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Segunda oportunidad

Segunda oportunidad

Segunda oportunidad

Por Laura Macías

Siempre que me preguntan si creo en las segundas oportunidades contesto, muy resuelta, que sí. Creo en las personas y en su genuino deseo por enmendar cualquier error cometido. Los jóvenes con los que trabajo cada día, soy maestra, se muestran como son, sin dobles intenciones ni premeditación. Muchas veces se equivocan pero muchas otras nos muestran que la vida está llena de errores que se pueden reparar honestamente. Yo misma he cometido infinidad de errores con ellos conservando su respeto y apreciación para enseñarme que si podemos ser mejores cada día.

Nosotros los “adultos”, lo pongo entre comillas porque a veces actuamos como si no lo fuéramos, somos los que estamos en un diálogo interno negativo interminable. ¿Se imaginan que hubiera pasado si Conrad, en  El corazón de las tinieblas le hubiera dado a Marlow una segunda oportunidad para regresar al Congo después de la muerte de Kurtz? ¿Es posible pensar en una segunda oportunidad para Gatsby y Daisy? ¿Hay otro mundo posible para Scout, sin racismo, en Como matar a un ruiseñor? La literatura es un espejo de la vida y nos dice que estos mundos no son posibles en la vida adulta; la mayoría de las veces solo hay una oportunidad. Como dice Kundera en  La insoportable Levedad del Ser, la vida sería mucho más llevadera si tuviéramos ensayos previos al acontecimiento, si pudiéramos repetirlo una y otra vez hasta que sea como lo soñamos.

Aún así he dado, y me han dado también, segundas oportunidades: generalmente han sido fallidas. Los adultos somos testarudos y no logramos cambiar hábitos ni conductas. Somos, en gran parte, el diálogo interno que generamos para evadir la realidad. ¡Adiós a las segundas oportunidades!

 

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