Por Malusa Gómez*
Qué difícil es regresar a la vida después de una pausa larga, pasé navidad en México, hacía un año y tres meses que no iba y sin duda la tierra es la tierra. Me encontré con un país enojado, dividido en bandos y muchas expectativas en lo que está por venir.
Cabe mencionar que no he perdido contacto al cien, leo noticias, escucho a mis amigos y sigo a gente por internet, pero nunca es igual que de viva voz, la conversación de los taxistas siempre ha sido y será el mejor termómetro nacional y sin duda México tiene un poco de fiebre.
Por lo demás, como siempre gente entrañable, el espectacular don Goyo, es decir el señor Popocatépetl, me dio más de una mañana con fumarola y nieve, la comida lo máximo, sin temor a equivocarme es lo que más se extraña cuando una está lejos de casa, sobre todo si eres de una casa poblana con tradición y fervor culinario.
Regresé a mi casa en Barcelona, a mediados de enero, pero como dice un amigo de mi hermano “mi alma tardó en llegar”, el viaje directo lo hizo nada más mi cuerpo, regresé cansada, desorientada, un poco triste lo admito, y sin muchas ganas de arrancar, espero esto sirva de escusa y disculpa por sentarme a escribir hasta hoy.
Mis primeras andadas del año me llevaron a Satu Mare, Rumania un país que hasta hace poco no estaba ni localizado en mi mapa, pero por algunos asuntos familiares ahora está bien presente. Tenemos la idea, los de América, que Europa es un pañuelo que todo está a la vuelta de la esquina y un poco sí, pero a veces llegar a la esquina no es tan fácil y hay que dar más de un brinco, lo que les quiero decir es que llegar ahí me tomó unas nueve horas entre taxi, avión, taxi y tren.
Antes, no sé a ustedes, pero a mí cuando escuchaba la palabra Rumania venían a mi mente, por ejemplo: Nadia Comaneci, Nicolae Ceausenscu, el conde Drácula y una ciudad llamada Sinaia que le dio nombre al barco en el que mi papá viajó por primera vez a México. lo cual no es más que una muestra de mi incultura y lo poco que volteamos al mundo y lo influenciados que estamos por los medios y los que ellos deciden que son famosos. En fin, que no tenía y sigo sin tener demasiada idea.
Rumania, junto con Moldavia, son los únicos países de Europa Oriental que sus lenguajes provienen del latín y de los de Europa del Este con lengua oficial de origen romano. Cuando te fijas bien, notas que hay un montón de palabras parecidas a las nuestras en español, algunas otras al francés y al catalán, pero cuando empiezan a hablar a la velocidad normal no se les entiende nada, aun así, como son amable y buenos anfitriones el universal lenguaje de las señas te saca de casi cualquier aprieto, la gente joven en su gran mayoría habla o entiende inglés, para los que tienen más años, y que nacieron y crecieron durante el comunismo el inglés es algo más bien lejano. Tomemos en cuenta que el régimen socialista terminó en 1989, es decir hace bien poco.
Satu Mare que es la ciudad que conozco y he podido disfrutar con sol en verano y ahora con nieve, es realmente bonita, tiene una mezcla interesante de iglesias ortodoxas con sus decorados en dorado, órganos inmensos que me encantan, algunos edificios antiguos europeos bastante clásicos y las construcciones grises, parcas y cuadradas del típico socialismo austero y peleado con la arquitectura. Es una ciudad pequeña, pero con mucho verde y el río Somes, y aunque se ven coches por todos lados, también mucha gente va en bicicleta.
De la comida que probé la placinta y el sarmale son mis consentidos, comen muchas sopas por el frío, pan de molde, queso y muchas verduras. La placinta, la venden en un local super lindo en pleno centro de Satu Mare y el señor que atiende es encantador, consiste en una especie de crepa rellena de queso, papa y ajo doblada y lista para comer en un papel de estraza, sencilla pero deliciosa. El sarmale es más laborioso, son unos taquitos en hoja de col rellenos de carne molida y arroz en una salsita de jitomate que acompañan muchas veces de Palinka un agua ardiente hecho a base de frutas y con un grado importante de alcohol que resbala bastante bien y al que cada trago se acompaña del tradicional Noroc o salud en rumano.
Rumania, un buen comienzo para mis andadas de 2024 que espero esté lleno de nuevos lugares y experiencias para compartir aquí con ustedes.
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