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Mi Sur de India

Mi Sur de India

Mi Sur de India

Por Malusa Gómez @marylightg

Detrás de algunos de esos ojos maravillosos, hay nombres propios. Surendra Singh Malyawas, para nosotras “Sur” por aquello de la pronunciación correcta.

Él fue nuestro guía en la primera etapa del viaje. Hablaba un español realmente bueno, según nos dijo lo estudió en la Universidad y hasta leyó el Quijote. Tenía algunas palabras que se le complicaban y que pronunciaba muy chistoso, por ejemplo “bataia” en lugar de batalla y para mi regocijo la decía cada dos por tres, pues la historia de la India está llena de batallas, de invasiones, de traiciones, de  luchas por el poder y claro de amor.

Sur está muy orgulloso de sus orígenes, pertenece a la Casta de los Guerreros, y según nos contó esto de las castas es todo un tema, y aunque ahora todos los ciudadanos son tratados de igual forma por la ley; ellos por sus usos y costumbres siguen muy apegados a sus tradiciones. Si tú naces Guerrero, te mueres Guerrero no hay forma de cambiar de casta, aunque sí puedes tener una mejor posición dentro de ellas. Las castas son: Brahmanes (sacerdotes e intelectuales), Kshátriyas (guerreros y reyes), Vaishyas (comerciantes), Shudras (campesinos y trabajadores) y Dálit o Intocables.

No se si por su relación con los turistas y que gracias a eso ha conocido culturas diferentes, o porque la globalización ya nos alcanzó a todos, Sur es un cuate común y corriente, con jean Gap y conectado a su celular igual que todos, es más hasta cantaba “despacito” y ha visto, para mi vergüenza, La Rosa de Guadalupe.

A pesar de no considerarse muy religioso, es muy respetuoso de lo que se puede hacer o no dentro de los templos, dónde sí se puede y dónde no tomar fotos, y procuraba ser hasta enérgico para que no rompiéramos las reglas de cada lugar. El pobre nos correteaba para que nos moviéramos más rápido, repetía con mucha paciencia las explicaciones y fingía enojarse cuando veía que no hacíamos mucho caso de lo que decía, o que no habíamos puesto atención a la historia que nos contaba. Sin duda Sur fue ingrediente indispensable para que el viaje resultara tan encantador. Moreno cenizo como son ellos, con muchos anillos, una cadena colgando al cuello, algunos amuletos de pulseras, con eso ojos que tanto me gustan y muy coqueto, haciendo su chamba pero siendo cercano tanto que hasta hoy seguimos mandándonos mensajes y contándonos cómo va la vida.

El primer templo que visitamos y en el que tuvimos que ponernos unas túnicas y quitarnos los zapatos fue la Mezquita Jama Masjid – “mezquita que refleja el mundo” – la construyó en 1644 el emperador mogol Sha Jahn – el mismo que mandó hacer el Taj Mahal en Agra y el Fuerte Rojo en nueva Delhi -, en su patio central pueden reunirse a rezar hasta 25 mil personas es impresionante, se considera la mezquita más grande de la India. Digamos que para abrir boca fue un gran lugar, pudimos ver grupos de gente reunidas en círculos a lo largo de la explanada, ya sea rezando, descansando o simplemente estando. Con sus vestimentas coloridas, sus lunares rojos en la frente y ese misticismo que los caracteriza.

Cuando salimos a buscar nuestros zapatos, una italiana se estaba llevando los de mi prima, con un cinismo impactante, lo bueno fue que llegamos a tiempo y los pudo recuperar, si no el resto del paseo hubiera sido muy complicado pues les aseguro que la vieja Delhi no la quieren recorrer descalzos. Chandni Chowk en la vieja de Delhi es caótica, sucia y llena de gente. Es una zona totalmente comercial, con tiendas establecidas y mucho comercio ambulante en las banquetas y abajo de ellas, las calles son estrechas y de doble sentido, marañas de cables eléctricos cruzan de unos edificios a otros, hay muchísimo movimiento, ahí puedes encontrar especias, frutos secos, platería, saris, aceites y mucha fritanga que debo reconocer se me antojaba probar pero no me atreví, lo que menos necesitaba era enfermarme de la panza el primer día.

En Delhi también visitamos el Raj Ghat donde incineraron a Gandhi en 1948, la verdad es que el lugar no es ni muy impresionante ni muy bonito, se trata de una explanada con un losa de mármol negra rodeada de jardines muy bien cuidados, lo importante de ese lugar es lo que Gandhi significa tanto para la cultura India como para el resto del mundo.

Como en toda capital, en Nueva Delhi hay mucho que ver. Tiene su parte moderna interesante, está llena de espectaculares con unos anuncios mega simpáticos para nosotros y que es simplemente contaminación visual como la que sufrimos todos en nuestras ciudades, pero con ese toque “Boolywoondense” tan particular de India. No pretendo hacer una guía turística ni contarles cosas que pueden encontrar en Google, lo que yo quiero es compartirles esa parte profunda que tanto que movió.

A las afueras de Jaipur, otra de las ciudad que visitamos con Sur, está Gaitor Ki Chhatriyan – Memorial de los Reyes – es un crematorio real de Kachwaha un clan de Raj put y sin duda es uno de los lugares donde más paz encontré. Siempre he sido aficionada a los cementerios, me parecen sitio con mucha energía y mucha paz. Éste en particular, además de ser majestuoso con esa construcciones que más que unas tumbas parecen templos y rodeados de verde, me resultó un lugar perfecto para frenar, dejar de tomar tanta foto y buscar una esquina para dedicarme a sentir. A vibrar el lugar y tratar de encontrar la respuesta a esa pregunta que me rondó todo el tiempo y para la cual no tengo aún respuesta ¿Qué fue lo que me trajo a la India?

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