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Ecos de Malusa por España (I/II)

Ecos de Malusa por España (I/II)
Por Malusa Gómez @marylightg

Después de un año bastante raro, para muchos complicado y hasta doloroso, tomar la decisión de brincar el charco resultaba un tanto imprudente, incierta, aventurada y a ratos con muchas posibilidades no lograrlo. Pero la idea de no pasar navidad en familia, con mi hijo no me gustaba nada.

Lo primero fue encerrarme bien encerrada para estar bien y tener un resultado negativo en la prueba PCR, que me daba el sí definitivo del viaje. Sin ella no podía subirme al avión y todos los planes, se quedarían en eso: simplemente planes.

La cabeza es traicionera y los escenarios que somos capaces de imaginar – casi siempre-, superan a toda realidad posible. Finalmente, el traslado Puebla-Aeropuerto no fue tan raro, el aeropuerto casi normal, con gente que va y viene con prisa igual que siempre, pero con cubre bocas. Me impresionó que prácticamente todos los locales de comida rápida estaban cerrados.

El avión mucho más lleno de lo que esperaba, y de no ser que no te puedes quitar el cubre bocas, el vuelo fue bastante normal, largo y aburrido como suele ser.

Me encontré con una España llena de restricciones, con comunicados que daban permisos y los quitaban según se iban poniendo las cosas. La gente, asumiendo las medidas y tratando de organizar unas navidades lo más normales posibles. No se podían juntar más de 6 personas y ni hacer demasiados revoltijos de familias. La cosa se complica bastante. Imposible trasladarse así nada más porque sí de un lado al otro del país, tuvimos que demostrar que nos movíamos para juntarnos con algún familiar. Y para todo esto llenar formatos por si te paraban y te preguntaban: “motivo de la movilización”, cosa que no sucedió, por suerte.

A pesar de todo eso, las calles las vi llenan de gente. No los ríos que suele haber, pero la gente salía y compraba y si el horario lo permitía se tomaban unas cervezas siguiendo las nuevas reglas del juego, es decir lugares abiertos, con sana distancia, y sabiendo que – dependiendo de la ciudad – había un horario demasiado temprano para irse a guardar.

No usan tapetes sanitizantes, ni toman la temperatura en ningún lado. Gel por todas partes y el uso de cubrebocas obligatorio, todo el mundo lo usa. Los hay de muchas presentaciones, los normales azules o negros de quirófano, los de pico de pato que no se si también son Kn95 pero se parecen, los de diseñador, los del equipo del futbol, los patriotas y regionalistas, los que le hacen propaganda a algunas marcas, con sonrisas, colores, lisos, hay quienes los llevan dobles un Kn95 que protege bien y encima uno más bonito o que les combina con lo que traen puesto. La cosa es que hay de todo y todos los usan. Así que, entre la bufanda, el gorrito, las grandes chamarras y el cubrebocas, por la calle no veían más que ojos que pululaban por las ciudades.

Las preocupaciones colectivas se parecen a las nuestras, esto a pesar de la vacuna no parece tener fin o al menos no pronto y la situación laboral y económica está muy complicada. La cantidad de hoteles cerrados pone la piel chinta, montones de locales cerrados que oculta detrás de sus cortinas las historias por las cuales no abren y otros tantos que ya de forma directa tiene letreros de “se vende, se renta o se traspasa”. Da muchísima pena ver e imaginar para cuanta gente el 2020 significó el final de un sueño o un proyecto.

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