Por Enrique Dans*
Corea del Sur asigna un presupuesto de 61,000 millones de dólares para lograr convertirse en una carbon net-zero society en el año 2025 mediante un plan inspirado en el Green New Deal norteamericano, que pretende utilizar las medidas de descarbonización como forma de estímulo económico y de creación de puestos de trabajo.
Mientras, el candidato demócrata a las elecciones presidenciales de 2020, Joe Biden, anuncia un ambicioso y agresivo paquete de medidas de dos billones de dólares destinado al desarrollo de infraestructuras de energías renovables y a estímulos económicos para la recuperación de la crisis del coronavirus con criterios de sostenibilidad, destinado a ejecutarse como primera prioridad durante los cuatro años de su mandato en caso de ser elegido, y que supone un importante guiño a sus votantes más preocupados y comprometidos con la causa climática.
La causa de la sostenibilidad, además de haberse convertido en una cuestión de pura supervivencia para la humanidad, ha dejado de plantearse ya bajo los viejos clichés que lo definían como algo utópico e imposible que cuesta muchísimo dinero, y aparece cada vez más como una alternativa que posibilita, gracias a la necesaria evolución de infraestructuras energéticas, industriales y de otros tipos, la creación de muchos puestos de trabajo y el desarrollo de nuevos negocios. Algunas empresas energéticas lo han visto claro, y están preparándose para ese futuro.
Interpretar así las inversiones destinadas a la sostenibilidad tiene una importantísima consecuencia, derivada además de la coincidencia temporal con la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus: la aceleración de los plazos que muchos planteaban para esas inversiones. Pensar que vamos a ir retrasando el cierre de centrales de carbón o la descarbonización del transporte hasta 2040 o más allá deja de tener sentido, lo que permite superponer con sentido la agenda económica a las necesidades medioambientales entendidas con criterios científicos.
El planeta no espera. Invertir en sostenibilidad es la decisión económica lógica, y debe plantearse como algo apremiante, como la auténtica base de la recuperación económica. Un necesario rediseño del mundo post-pandémico que supone, fundamentalmente, decisiones tecnológicas: optar por tecnologías limpias y sostenibles en lugar de seguir dependiendo para todo de la quema de hidrocarburos. En el momento en que entendamos que puede hacerse, y que debemos elevar nuestros cálculos y nuestras decisiones de todo tipo para enfocarlos en ese largo plazo, lo veremos mucho más claro. Y sobre todo, entenderemos que la decisión con respecto a la emergencia climática es enormemente sencilla, y no es política: es, simplemente, que no existe ninguna otra posible decisión que tenga sentido.
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*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons