Por Enrique Dans*
La previsible salida de la situación de pandemia hacia mediados o finales de 2021 revela una confluencia de tecnología y economía sumamente interesante, como corresponde al final de una situación que supuso un parón importante del lanzamiento y la explotación de muchas novedades, pero no necesariamente de su desarrollo. Como ocurrió con la conocida paradoja de la productividad, uno de mis temas de tesis doctoral, el desarrollo de tecnología tarda siempre un cierto tiempo en incorporarse a las estadísticas económicas, pero ese ciclo se ha acelerado sensiblemente a lo largo del tiempo, y podríamos encontrarnos en una situación bastante interesante.
Por un lado, tenemos unos mercados financieros prácticamente efervescentes: resulta imposible saber ahora si hablamos de la próxima gran burbuja o de muchos inversores que esperaban sentados a intuir un rayo de esperanza, pero el éxito de las últimas compañías que han saltado al parqué y la innovación asociada a las salidas a bolsa, como los IPOs con subasta híbrida o las salidas intermediadas mediante SPACs, anuncian un año decididamente movido. Además, está el entorno de las criptomonedas: el 2021 será un año clave en el que veremos la diversificación de muchos inversores entre las stablecoins y las monedas lanzadas por bancos centrales o por grandes compañías, y los entornos nativos basados en la cadena de bloques.
Además, está la innovación directamente asociada a la pandemia o acelerada por ella: por primera vez, la ciencia ha sido capaz de obtener una vacuna en un tiempo absolutamente récord, y no lo ha hecho, como algunos agoreros aficionados a las fake news pretenden, obviando medidas de seguridad, sino poniendo en práctica una metodología, la del uso de ARN mensajero, cuyos mecanismos eran bien conocidos, pero nunca antes puestos en práctica en humanos. Básicamente, el trabajo del matrimonio fundador de la compañía biotecnológica alemana BioNTech, de CureVac y de la farmacéutica Moderna (que en su fundación hace diez años se escribía precisamente como modeRNA, aludiendo al uso del mRNA) permite que las células de nuestro cuerpo puedan convertirse en la fábrica de las proteínas que precisemos, algo que abre muchísimas posibilidades en el ámbito de la biotecnología.
La pandemia también ha servido para evidenciar la necesidad de una transición hacia un mundo más limpio y sostenible, lo que está generando un enorme dinamismo en campos que van desde la alimentación al de la transición energética, con la novedad además de una administración Biden dispuesta a invertir muchísimo dinero en convertirla en una realidad. Los ambiciosísimos paquetes económicos destinados a ese capítulo abren una amplia ventana de oportunidad para una tecnología, la energía solar, que ya permite obtener electricidad de forma más barata que ninguna otra, así como para la transición a instalaciones domésticas de generación (de incorporación ya obligatoria en obra nueva en algunos estados).
Muy vinculado con esto, está la transición hacia la movilidad eléctrica: con los fabricantes tradicionales de automóviles intentando como sea abandonar la fabricación de vehículos de combustión interna sobre todo en mercados como la Unión Europea, cuya nueva regulación comenzará en 2021 a imponer un límite en las emisiones promedio de dióxido de carbono de 95 g/km en todos los automóviles que hayan vendido, y provocará fuertes inversiones para renovar fábricas, cadenas de montaje y distribución.
Si añadimos el desarrollo de un nuevo mercado, el del espacio, gracias a la caída de las barreras de entrada generada por compañías como SpaceX, con un fortísimo componente de innovación, y la disponibilidad de nuevas arquitecturas de procesadores capaces de obtener rendimientos diferencialmente superiores en cuestiones como el machine learning, y su uso para una nueva oleada de automatización vinculada en parte al 5G, a la internet de las cosas y a muchas de las metodologías puestas en práctica por muchas compañías durante la pandemia, tengo una percepción del entorno sensiblemente más optimista que la que tenía ahora mismo hace un año. ¿Crisis económica? Sin duda, pero también muchas herramientas para poder plantearnos formas de salir de ella. Al menos, para los que sepan ser proactivos.
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*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons