La progresiva e imparable digitalización del dinero
Por Enrique Dans*
Las islas Bermudas se unen a Islandia y se convierten en uno de los todavía escasos ejemplos de países cuyos gobiernos y bancos centrales introducen y aprueban el uso de dinero electrónico a todos los efectos, emitido por medio de electronic money institutions (Monerium en el caso islandés, Circle en el de Bermudas) y anclado en ambos casos al valor de su moneda oficial (stablecoins).
Las monedas digitales se están convirtiendo en el objetivo de cada vez más países: China pretende poner ya en circulación su moneda electrónica con el fin, entre otras cosas, de controlar mejor las actividades económicas de sus ciudadanos, Suiza lo está estudiando, y numerosos bancos centrales en todo el mundo lo ven ya como una cuestión urgente tras los movimientos de Facebook con su propuesta, Libra, cuya evolución, tras múltiples problemas regulatorios y la espantada de varios de sus miembros fundacionales empieza a parecerse más a una serie de televisión. De hecho, la última maniobra desesperada de Facebook con Libra podría ser la de ofrecerse a gobiernos y autoridades para hacer precisamente eso mismo, lanzar dinero electrónico vinculado a sus monedas nacionales, para así evitar el escrutinio regulatorio.
El anuncio del proyecto Libra por parte de Facebook ha hecho que muchos actores en la economía se den cuenta de que si bien el dinero electrónico puede tener mucho sentido por una amplia variedad de motivos, y de hecho, si no se ofrece de manera oficial terminará convirtiéndose en algo utilizado al margen de todo control, permitir que un proceso así se plantee como una privatización del dinero gestionada por una compañía con una reputación tan espantosa en todo lo relacionado con la privacidad como Facebook es seguramente una muy mala idea.
En muchos sentidos, lo que le sucede a Facebook con Libra tiene mucho que ver, a otro nivel, con lo que la compañía está experimentando con su dispositivo Portal, una pantalla para videollamadas equipada con inteligencia artificial para hacer que su cámara siga en todo momento al interlocutor, cuyas ventas no consiguen despegar a pesar de ser, técnicamente, uno de los mejores dispositivos de su categoría en el mercado, a pesar de los desesperados intentos de los propios empleados de la compañía por evaluarla bien en páginas como Amazon. ¿Qué lleva a que nadie quiera tener Portal en el salón de su casa? La respuesta es obvia: nadie confía en una compañía con la reputación de privacidad que tiene Facebook, ni se siente en absoluto seguro con un aparato en su salón generando todo tipo de datos para que la compañía los venda a anunciantes. ¿A alguien se le ocurre que entregar a Facebook todos los datos de qué hacemos con nuestro dinero podría llegar a ser, de alguna manera, una buena idea?
El dinero digital se adoptará debido a la conveniencia que pueda llegar a ofrecer a sus usuarios, a las soluciones que plantee para situaciones en las que usar dinero convencional no resulte adecuado, o por obligación de un gobierno o una autoridad determinada, como posiblemente ocurra en el caso de China. Muy posiblemente veremos una oleada de lanzamientos de monedas electrónicas por parte de actores diversos, desde compañías privadas hasta bancos centrales, con el fin de consolidar y controlar un movimiento que, en cualquier caso, va a producirse con total seguridad, y de hecho, está ya produciéndose. De repente, algo que se estudiaba como un escenario futuro condicionado a un gran número de elementos se ha convertido en una prioridad urgente, en un auténtico ser o no ser para muchos de los actores implicados si no quieren caer en la irrelevancia o en situaciones indeseables debido a la falta de control sobre una posible política monetaria asociada. Pasar del dinero como patrimonio controlado por el estado a una situación en la que cualquier actor, sea una compañía privada, un consorcio o lo que sea, puede lanzar instrumentos monetarios completamente transaccionales sin aparente control es una situación, sin duda, compleja, e inabarcable para muchos.
En muy poco tiempo, vamos a cambiar completamente nuestra visión de un elemento tan central en las sociedades humanas como el dinero. Que eso se haga con más o menos control, que ese control sea algorítmico y descentralizado o fuertemente centralizado, que utilice registros basados en cadenas de bloques o no lo haga, o que responda o no a algún tipo de política monetaria es una cuestión que está, ahora mismo, en el aire. ¿Viviremos una época de auge de las stablecoins, más fáciles de entender y percibidas por muchos como de menor riesgo que las criptomonedas entendidas como tales, para después ir incorporando algunas de sus características a medida que el sistema se estabilice? ¿Intentarán los gobiernos y los bancos centrales mantener su control sobre el dinero digital como hacen con el dinero convencional? ¿A qué se parecerá el dinero del futuro?
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons