Por Enrique Dans*
Con el comienzo de la aplicación de las medidas de confinamiento en los primeros meses del año, Zoom se encontró en una situación envidiable: creada por un Eric Yuan ya con notable experiencia tras participar en Cisco en el desarrollo de Webex como VP de Ingeniería, y posicionada como la aplicación de videoconferencia que mejor gestionaba la latencia, experimentó un enorme crecimiento en todos sus segmentos de público, y vio cómo el precio de sus acciones pasaba de los 96,39 dólares a los 243 de hoy, convirtiéndola en una de las grandes ganadoras de la pandemia.
Ante el desmesurado crecimiento de Zoom, Google reaccionó tomando un producto de uso relativamente minoritario, Google Meet, hasta el momento reservado exclusivamente para los usuarios de G Suite y G Suite for Education, y ofreciéndolo en abierto y gratuito para todos los usuarios. En poco tiempo, las descargas de la herramienta se elevaron hasta los cincuenta millones, algo lógico dentro del contexto de una pandemia que tenía a medio mundo recluido en sus hogares. Pero además, Google completó la jugada con una estrategia de product bundling: vinculó Google Meet a su producto de correo electrónico, Gmail, utilizada habitualmente por más de 1,500 millones de personas.
Además, Google ha presentado recientemente un sistema de cancelación de ruido de fondo basado en machine learning para Meet capaz de eliminar sonidos potencialmente molestos durante una videoconferencia, tales como timbres, ladridos de perro, el ruido del teclado, etc. que ha recibido bastante atención.
A un lado, Google, una de las mayores empresas tecnológicas del mundo, con capacidad de desarrollo prácticamente ilimitada y con una amplia cartera de productos, algunos de ellos, como es el caso de Gmail, utilizados por muchísimos usuarios en todo el mundo. Al otro, Zoom, una estrella ascendente, con indudable potencial y ya en bolsa, pero muchísimo más pequeña y basada, por el momento, en un único producto. Sin duda, una situación enormemente desigual, matizada únicamente por una cuestión fundamental para este tipo de productos: sea por la razón que sea, Zoom gestiona mucho mejor la latencia durante las videoconferencias, lo que redunda en que, a igualdad de ancho de banda y de equipo, una videoconferencia en Zoom se ve mejor y se interrumpe en menos ocasiones que en Google Meet (y que en Skype, Teams, HouseParty o cualquier otro de los sistemas que he probado).
En cualquier caso, ¿de qué estamos hablando? ¿Qué ocurre cuando una compañía con una posición de liderazgo en el mercado decide lanzarse a competir con una más pequeña, y lo hace además poniendo en el mercado un producto gratuito y que agrupa con otro producto en el que tiene una importantísima cuota de mercado? Básicamente, estamos en el mismo caso que tuvo que afrontar Microsoft en su demanda antimonopolio del año 2001 por llevar a cabo comportamientos similares. ¿Qué hacía Microsoft? Cada vez que el éxito de un producto de otra compañía llamaba su atención, incorporaba uno con prestaciones similares a su Windows, con lo que convertía la posibilidad de competir con él en una tarea sumamente difícil.
Hablamos de 2001, en un juicio que duró varios años, y que tuve la ocasión de estudiar con detenimiento durante mi doctorado. Entonces, la legislación antimonopolio estaba en horas bajas en los Estados Unidos, y eran muy raros los casos en los que la compañía denunciada no lograba la victoria. Ahora, en un ambiente de mucho mayor control y regulación sobre las grandes compañías tecnológicas, el resultado podría ser diferente.
¿Cuáles son las consecuencias de no hacer nada, y de permitir que las grandes tecnológicas puedan competir sin ningún tipo de restricciones con estrategias de gratuidad o de product bundling como las que hemos comentado? Fundamentalmente, que competir con ellas se vuelve prácticamente imposible: siempre estarán en una posición de adquirir aquellas compañías con productos que destaquen, o en caso de no poder hacerlo, de imitar sus productos hasta conseguir asfixiarlas, como hemos visto ya en numerosas ocasiones. A largo plazo, las consecuencias de cara a la innovación son evidentes.
¿Incurrió Google en una violación de las leyes anti-monopolio relanzando Google Meet gratis y vinculado a Gmail para competir con la pujante Zoom? Si no es un caso de libro, decididamente, se le parece bastante.
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons