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El loto blanco de los mayas

El loto blanco de los mayas
Por Mauricio Cervantes*

UNO| La corona

Desde hace cuatro décadas la OMS reconoce el valor terapéutico de las esencias florales. El medio de propagación de estos remedios es el agua. La esencia floral del nenúfar activa el chakra de la corona, ubicado en la parte superior de la cabeza. Este centro energético es el que nos conecta con la consciencia y nos alinea con las creencias y visiones fundacionales; en otras palabras, con la consciencia divina.

En la medicina floral se vincula el arquetipo del nenúfar con las ninfas acuáticas, quienes se encargan de detonar nuestra imaginación, ofreciendo imágenes inspiracionales que ayudan al viaje del alma desde mundos etéreos hasta el plano material. Se prescribe esta esencia floral para estar a tono con los misterios sutiles de las ninfas y el nenúfar, que nos ayudan a trascender las limitantes del tiempo lineal, de modo que podamos movernos más allá de la existencia mortal. 

Es una extraña coincidencia que, en los días posteriores a las manifestaciones de las mujeres del 8 de marzo el mundo se conmocionara ante la presencia de un organismo cuya imagen microscópica recuerda la de la corona solar. Quizá la expansión del virus sea una antesala de eventos que habrán de presentarse en un futuro inmediato, con lo que finalmente estaríamos vislumbrando el ocaso del patriarcado neoliberal. Como en cualquier proceso de sanación, este colapso no quedaría exento de dolor, como tampoco debe ser sencillo ingresar a los dominios del jaguar-nenúfar que resguarda el inframundo en la mitología maya.

DOS | El nenúfar de los mayas

Un dato adicional para vincular al nenúfar con la historia que empezó a escribirse el pasado 8 de marzo, radica en la naturaleza de su flor en el mundo maya: la flor de esta planta acuática representaba el inframundo como el útero universal que incuba toda la creación. Era una flor asociada con la fertilidad femenina que destacaba la energía creadora: la de las fuerzas telúricas y la de la magia.

El loto blanco, naab -en maya peninsular- y Nymphaea ampla su nombre científico, aparece repetidamente en códices, vasijas, relieves de estuco y estelas mayas.

La flor, el fruto y las raíces de diferentes especies de nenúfar tienen propiedades psicoactivas, razón por la cual era utilizada por los sacerdotes mayas para establecer contacto con sus ancestros a través de visiones oraculares.

Ya que el nenúfar se asociaba siempre con el Xibalbá -el inframundo- la planta se concebía como su organizadora, reproduciendo el universo abismal en su estructura biológica: las raíces en lo profundo del fango acuoso eran el lugar oscuro de la transformación creadora, los niveles o estratos del Xibalbá se encontraban en sus largos tallos y la flor sobre el agua, era la parte trascendente, terrestre y celeste. 

TRES| Los humedales peninsulares

Humedales como los cenotes abiertos de baja profundidad o los de los pantanos son el hábitat característico del loto blanco, al igual que mucha de la flora y fauna registrada en la iconografía maya.

Los humedales representan ecosistemas estratégicos de gran importancia para la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades humanas, por lo que son fundamentales las acciones que aseguren el mantenimiento de sus características ecológicas.

Los humedales mexicanos de importancia internacional están inscritos en la Convención de Ramsar, misma que contempla pantanos, marismas, lagos, ríos, turberas, oasis, estuarios, arrecifes de coral, manglares y deltas, así como áreas artificiales como las salinas, las presas y los embalses. El primer humedal mexicano que se incorporó -en 1986- a la Convención de Ramsar es el de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, Yucatán.

De los 142 Sitios Ramsar de México la quinta parte se encuentra en la Península de Yucatán. Algunos de ellos son la Reserva de la Biósfera de los Petenes en Campeche, el Complejo Sian Ka´an en Quintana Roo o el Anillo de Cenotes en Yucatán.

Los principales instrumentos para contrarrestar el deterioro de los ecosistemas de los humedales radican en la creación de reservas como las de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y las estrategias de los Sitios Ramsar. El éxito de los programas de rescate y restauración depende en gran medida de los pueblos originarios o de las comunidades locales. Es a cooperativas como la de Celestún y la de la Salinera Maya Xtampú -ambas dentro de humedales en el estado de Yucatán- a quienes se debe atribuir el rescate y preservación de vastos manglares. Particularmente, en la Reserva de la Biósfera Ría Celestún crece la Nymphaea ampla. En las dos locaciones se sigue obteniendo sal con técnicas practicadas por los mayas de la antigüedad. La restauración de los manglares peninsulares se realiza con la colaboración de diferentes instituciones como el Centro de Investigación de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV) y asociaciones como Pronatura Península de Yucatán.

CUATRO| El nenúfar en los estanques urbanos

Sin duda alguna, la zaga de los nenúfares de Claude Monet es el compendio pictórico más exquisito que se haya dedicado a estas plantas acuáticas. A fines del siglo XIX las autoridades de Giverny pidieron a Monet retirarlos de los estanques de su casa, por temor a que estas especies traídas de Egipto y Sudamérica envenenaran sus aguas. Por fortuna, el genio del impresionismo francés desestimó la orden.

La ecología y otras ciencias advierten sobre el peligro de la introducción de especies exóticas. Muchas de ellas sin embargo han adquirido carta de naturalización a lo largo de los siglos. Si hubieran existido los indicadores sistémicos con los que contamos hoy en día, se habrían registrado con seguridad las anomalías detonadas en los paisajes de nuestro continente con la importación de Apis melífera en el siglo XVIII. Seguramente el costo ecológico de la miel de esa especie -la abeja italiana- no se habría compensado con los dividendos en metálico que ha producido en los últimos 150 años. Sin embargo, los servicios ambientales que brinda la abeja europea se suman a los de las 1,800 abejas nativas registradas en los catálogos del país. De haber existido, los indicadores ambientales de la época habrían hecho lo propio con árboles, yerbas y arbustos traídos de ultramar a México, a partir del siglo XVI. Sin embargo, a pesar de los desequilibrios que hayan ocasionado, aquellas especies exóticas terminarían por obsequiar pródigos beneficios: diferentes especialistas estiman que al menos 50% de las plantas medicinales de la herbolaria mexicana, no son nativas.

Las prácticas irresponsables de la industria de la construcción han dejado cicatrices de devastación ecológica en Mérida, en donde por décadas fueron extraídos materiales pétreos. El impacto ha sido resarcido por iniciativas municipales, que apoyadas en biólogos, urbanistas y ambientalistas han dotado a la ciudad de importantes pulmones verdes. Por su extensión y el número de usuarios beneficiados resulta significativa la transformación de canteras abandonadas en parques, como el de Yumtsil y el de Animaya, gracias a los cuales hay ahora una considerable presencia y actividad de aves y murciélagos insectívoros. Un tercer pulmón es el Acuaparque de San Antonio Kaua, diseñado y ejecutado por el escultor y arquitecto del paisaje César López Negrete, quien inundó en 2007, al oriente de la capital yucateca, otra cantera, para convertirla en un gran estanque de nenúfares. El diseño del Acuaparque contó con el respaldo botánico de especialistas del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY). De las seis especies catalogadas por observadores en el Acuaparque solo la Nymphaea ampla es nativa, pero al igual que en el caso del herbario de plantas medicinales mexicanas, la introducción de especies no ha ido en detrimento del microsistema creado. Gracias al estanque artificial se pueden avistar cormoranes y gallitos de agua –Jacana spinosa-. Éste último, importante en la cadena alimenticia de la Nymphaea ampla, que se poliniza por distintas abejas como la mítica Xunan Cab de los mayas –Melipona becheii- y al menos cuatro especies más de abejas nativas, sin mencionar a batracios y peces que se alimentan de las Nymphaeaceas.

CINCO| La danza silente del nenúfar

El nenúfar de los antiguos mayas se asociaba con la danza. Danzar era una puesta en escena de la victoria sobre la muerte, en el proceso de creación o en el de transformación.

Si fue tan importante en la cosmogonía y en la botánica de los pueblos precolombinos de la Península y de Centroamérica… ¿por qué se interrumpió la danza del nenúfar? ¿Por qué la flor ha desaparecido de los herbarios medicinales y de otras prácticas bioculturales para ser considerada una simple planta de ornato? ¿Por qué no hay programas que estimulen su propagación gracias a los servicios ambientales que brinda?

Probablemente cuando todos los humedales del territorio maya gozaban de salud, no había charca, manglar, o cenote en que no estuvieran libando abejas y otros insectos en sus flores. 

Acaso desde los primeros brotes de la agroindustria ¿las Nymphaea ampla decidieron hibernar durante algunos siglos? Esta no es sino una ocurrencia de cepa lírica, que me ha llevado a elaborar conjuntos de piezas artísticas alrededor de las Nymphaeas y de su naturaleza para develar oráculos.

He sembrado nenúfares en camas-bañeras que aluden a ese metafórico periodo de hibernación; sueño alegórico del cual despiertan un día para equilibrar los desajustes ecológicos. Más allá del lirismo que motiva mis creaciones, lo cierto es que las actividades extractivas de nuestra generación no compensan lo que tomamos de los ecosistemas. El desequilibrio producido para satisfacer nuestras necesidades desenfrenadas nos hace responsables, en buena medida de la desaparición de algunas especies o de la resiliencia, sobrepoblación, transmutación o aparición de otras tantas, que no excluyen a los microorganismos.

El aislamiento social preventivo recomendado por las autoridades en Yucatán, les condujo a cerrar los sitios arqueológicos de Chichén Itzá y Dzibichaltún a partir del 20 de marzo.

La sombra de Kukulkán descendió a la tierra por el Castillo de Chichén Itzá sin la acostumbrada compañía de multitudes.

Solo para algunos custodios del INAH y los espíritus de las dos antiguas ciudades estaría reservado el milenario evento del equinoccio de primavera, como ocurrirá el presente solsticio de verano.

En Dzibichaltún, el hermoso jardín acuático de lotos blancos ha descansado de las hordas de bañistas que habitualmente se sumergen en el cenote Xlacah sin consideración alguna por su microsistema.

En Venecia, una de las ciudades más visitada en todo el planeta, el agua de los canales se limpió en solo diez días, durante los que dejaron de ser transitados por los turistas al inicio de la cuarentena. Es inédito el deambular de vida silvestre por muchas otras ciudades de los cinco continentes.

Quizá el virus en forma de corona y otros fenómenos que se propagan gracias al agua ayuden a reconfigurar nuestros sistemas de creencias. Acaso desde nuestra fragilidad comprendamos que más que en una pandemia, en lo que debemos reparar es en la caja de Pandora que guarda la naturaleza ecocida de nuestra especie. Quizá  frecuencias como las del loto blanco nos ayuden a trascender el entendimiento lineal de la transformación que estamos presenciando.

Escribí estas líneas para honrar El Día Mundial del Agua. Se conmemora cada 22 de marzo desde 1993.

Para referirme al nenúfar de los mayas me remití a los estudios de Nicholas Hellmuth y del etnólogo Luis Arturo Sánchez Domínguez.

Agradezco a Entremas.mx su publicación en el solsticio de verano de 2020

*Artista visual. Premio al Mérito Ecológico 2017.

Las pinturas de Monet cuentan con Licencia Creative Commons para su libre uso.

El resto de las imágenes © Mauricio Cervantes

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