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Cómo la inseguridad cambió nuestra forma de socializar

Cómo la inseguridad cambió nuestra forma de socializar

Cómo la inseguridad cambió nuestra forma de socializar

Por Mónica da Silva González

Es común que se estereotipe a las señoras de la tercera edad de que platican ‘hasta con el poste’, y es que, sin duda, esa generación creció en un clima donde saludar a extraños, ayudarlos o sociabilizar en cualquier fila o recinto, era un ‘must’ para la superviviencia.

En estos tiempos inseguros, todo eso ha cambiado.  Ya no es posible o da pánico:

  • Abrir la puerta al del INE, CFE, agua, etc.: el que una persona porte un uniforme de alguna institución, antes era signo de total confianza y hoy en día sabemos que se han falsificado estos ropajes para llevar a cabo atracos.
  • Detenerse ante el llamado de un policía: la figura policial era de respeto o de consuelo en contextos de peligro. Hoy en día, con los descubrimientos de la colusión entre policía y delincuencia organizada, es motivo de burla en el imaginario colectivo.
  • Vender un auto o anunciarlo con teléfono: hemos sido testigos de secuestros y hasta asesinatos simplemente por robar un auto. Actualmente, se prefiere perder un poco del valor del auto y venderlo por agencias.
  • Salir un solo adulto con más de dos niños: circulan cientos de videos por redes sociales de robos de niños que suceden en un segundo e incluso, son arrebatados de brazos de padre o madre.
  • Vivir en una calle que no fuera fraccionamiento o irse tranquilo de vacaciones: sigue siendo posible, claro, pero los robos a casa-habitación han aumentado exponencialmente en el último año.
  • Contestar números desconocidos: si no es una llamada de extorsión, puede ser para sacar información para futuros atracos.
  • Dejar el coche en la calle: el robo a vehículos es un indicador de los más confiables para medir la inseguridad, dado que es requisito denunciar para obtener el dinero del seguro. Según cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), el aumento de robos de autos en 2017 fue de 126%.
  • Ayudar a alguien en apuros: la sociedad actual tiene ya la duda de si se trata de una farsa o bien, el riesgo de ayudar puede ser incluso el de dar la vida. Los homicidios dolosos, según el SNSP, aumentaron en un 129% y asesinatos con arma de fuego pasaron de 25 a 72, incrementando 192%.
  • Abrir un negocio exitoso: si no es por el derecho de piso que pueden cobrar los grupos criminales, el robo a negocio aumentó en un 174% durante el último mandato capitalino.

Y es que realmente, la inseguridad ha cambiado la forma de relacionarnos, al grado de ser extraños que conviven cerca, nada más.

VIOLENCIA DEL HOMBRE

La Dra. María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, investigadora de la Ibero Puebla, alerta sobre dos tipos preocupantes de violencia: 1) la violencia psíquica y física de un hombre contra otro y 2)la institucional y estructural que impacta a una colectividad.

Subraya que el primer tipo no es nuevo, pero que experimentamos una nueva forma de crueldad que no habíamos visto: “Es recurrente, detona miedo, angustia y desconfianza, además de que claro que modifica nuestra cotidianidad y no sólo eso, fragmenta territorios; están los cerrados como los fraccionamientos y luego los que se consideran tan peligrosos como Veracruz y Guerrero que te abstienes de ir”.

Sánchez se muestra preocupada por la naturalización que ya se ha hecho del fenómeno de la violencia: “Esto es resultado por la impotencia para enfrentarlo, entonces hay una especie de indiferencia y de repliegue ‘anti-solidario’, además de que se está detonando una fascinación por la crueldad, que está despertando aspectos muy obscuros de los seres humanos… te encuentras a los que matan y lo graban o ahí están 7 feminicidios diarios”.

VIOLENCIA INSTITUCIONAL

“Eso que no se le llama violencia, está detrás de muchas otras violencias”

La investigadora de la Ibero habla también de una violencia estructural que repercute en la violencia de cada día: “Cuando tú lees que somos la economía entre la 12 y la 15 del mundo, de las mejores, pero que en el índice de desarrollo humano somos la 70 y que en el índice de desigualdad somos la 108 de 137 países….que los hogares del 10% de más altos ingresos controlan 60% del ingreso del país, que los bancos ganaron diez veces más de lo que creció la economía del país, estamos hablando de una dinámica de extorsión, de robo y violencia estructural”.

Toda esa violencia se expresa de manera brutal y según la especialista, se evidenció con la guerra de Felipe Calderón, pues el Estado negociaba con los narcotraficantes logrando una regulación y a partir de que se trasnacionaliza el negocio, se pierde el control.

“Son estas extorsiones y explotaciones silenciosas las que van dañando el tejido social”, sostiene Díaz de Rivera: “Un ejemplo es que en las plazas comerciales -Coscto, Walmart, Vía San Ángel- les cobran a los cuidadores por estar ahí. De 10 a 30 pesos diarios y no sabemos a quién, porque es ilegal, pero es exprimir literalmente al que menos tiene y por lo general desde las empresas que ya son ricas”.

LINCHAMIENTOS: EL HARTAZGO DE LA GENTE ANTE LA IMPUNIDAD

Uno de los ejemplos más preocupantes de cómo se responde ante esa violencia, mermando o incluso destruyendo totalmente nuestra condición de seres sociales y racionales, son los linchamientos: “Es una respuesta a la incapacidad del Estado de hacer justicia y de la impunidad que impera, desde Murillo Karam y Ayotzinapa, a todos los robos visibles de los altos niveles de la clase política y la clase empresarial.  Una impunidad enorme que va permeando hasta llegar a toda la ciudadanía”, insiste María Eugenia Sánchez.

El aparato de justicia no funciona y con la gente enojada de tanta arbitrariedad, llega esa violencia que viene de antes, de arriba, acumulada por el hartazgo.  Así, ¿qué condición social nos puede quedar?

“Y la gente piensa ‘si lo entregamos lo van a liberar y todavía me van a venir a matar’, entonces se da un contagio y un anonimato de responsabilidad que despierta la parte más fea del ser humano, pero explica toda una estructuración histórica”, concluye Maru.

Y es que el reporte titulado “La impunidad subnacional en México y sus dimensiones IGI-MEX 2018” publicado por la UDLAP, revela que Aguascalientes, Tlaxcala, Nayarit, puebla y Chiapas, son los 5 estados que aumentaron en cinco puntos o más su propio índice de impunidad, dando como resultado estos

Estados con los índices más altos en impunidad:

  1. Estado de México
  2. Tamaulipas
  3. Baja California
  4. Coahuila
  5. Quintana Roo
  6. Guerrero
  7. Aguascalientes
  8. Veracruz
  9. Puebla
  10. Oaxaca

Otras conclusiones del estudio atañen a que México tiene la mitad de los policías preventivos estatales que debería de tener como mínimo, o que el homicidio no se castiga en el país, pues el porcentaje de encarcelados por este delito bajó a 17%.  Asimismo, los ministerios públicos están colapsados, pues el número de agencias es de 3.5 por cada cien mil habitantes y el personal sigue disminuyendo.

ADAPTARSE Y SER CREATIVOS

¿Qué hacer ante este panorama?  La preocupación más grande es la disminución de la sociabilidad y por ende, la solidaridad: “Hay que aprender a enfrentar una situación distinta a la que vivíamos antes, ser creativos en nuestras prácticas y buscar ser solidarios; una creatividad que humanice las relaciones”.

No dejarse dominar por el miedo, apoyarse en redes que envían ubicación en tiempo real, avisar por mensaje al salir o llegar o cambiar rutas, son algunas estrategias que se pueden implementar.  Buscar nuevas formas de solidaridad y no dejarnos de importar unos a otros.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Entremás.mx.