Malusa Gómez @marylightg*
Ya fueron muchos días, muchos muertos, muchos contagios, muchos zoom, muchas mentiras, muchas horas de hacer cosas, de estar solos, de meditar, planear, revisar, arreglar cajones, escombrar la vida.
Me siento como perdida en el tiempo, me parece increíble que todo esto empezara hace casi cinco meses. Los primeros días los siento tan lejos, algunas veces los siento irreales, como si los hubiera imaginado, como si todo esto no fuera verdad y no nos estuviera pasando.
Pero es verdad y nos está pasando a todos. Sin duda cada quien tiene su barco, y todos los barcos son muy diferentes. Los hay grandes y casi blindados, pero también hay balsas de esas que si sobreviven será por puro milagro.
Me parece que a casi cinco meses hemos avanzado bien poco, seguimos siendo sorprendidos por un virus invisible que no acaba de acomodarse en el mundo, sin darnos señales claras de cómo podremos vivir con él para siempre. Porque eso sí es seguro, llegó para quedarse – como muchos otros – la cosa es encontrar la vacuna y el término medio, no perderle el respeto y poder vivir lo más cercano a la manera que conocemos, regresar a lo que según nosotros es la vida.
Poco a poco casi todos hemos ido rompiendo nuestras propias reglas, hemos sido laxos con las medias y hemos encontrado la justificación perfecta para serlo, justificación con los cercanos, lejanos y uno mismo. También me atrevería a decir que prácticamente todos, hemos tenido remordimientos y hemos reculado sin llegar a los extremos del principio, pero si guardándonos otra vez y tomando otra vez medias que van más allá del cubrebocas, el lavado de manos y gel cada dos por tres.
Me descubro bajoneada, se podría decir que, deprimida sin caer en nada profundo, pero si con una sensación de desamparo, incertidumbre que no tenía los primeros días. Y es que ya fueron muchos días. Las primeras semanas, no sé si me tomaron por sorpresa, pero estaba yo hasta contenta. Soy casera, aunque me chifla la calle, me sirvió de freno a una vida demasiado social, me di tiempo de cocinar rico, hablar con la gente que quiero y estar, eso, básicamente estar. Pero insisto, ya fue mucho.
¿Cuánto más? La gran pregunta. Nadie sabe. Todas las semanas esperamos el cambio de semáforo y no llega. Nunca llega. ¿Llegará? Seguro sí, pero para cuando llegue ¿estaremos listos? ¿sabremos retomar la vida o reinventarnos? ¿servirá de algo todo lo pensado y lo planeado? ¿seremos capaces de arrancar de a poquito y no volver a cometer los mismos errores? Quiero pensar que sí, quiero pensar que neta muchas cosas se movieron dentro y fuera y que vamos a ser capaces.