Emociones y vibración
Por Nadia Maurer
Hablando de emociones, hablamos de vibración. Todo en el universo tiene una vibración que sirve de lenguaje. Las piedras, las personas, los planetas, las plantas, las ideas y las emociones tienen un movimiento propio y están en constante interacción con el resto de las vibraciones: todo está interconectado.
Todas las personas estamos unidas de tal manera que lo que hacen, dicen, sienten y piensan los que están cerca de nosotros, va a repercutir en nuestra propia vibración. Esto sucede aunque no te des cuenta.
El otro es el eco de tu propia vibración, así que cuando crees que el otro debe cambiar su forma de actuar, de pensar o de sentir recuerda que es más fácil y tendrá un mayor efecto si tú modificas tu vibración. La resonancia que generas tendrá un efecto inmediato sobre todo tu entorno.
Imagínate que eres el agua de un río que sigue un cauce pero al mismo tiempo lo modifica.
Igual pasa con nuestras emociones, tenemos el poder de transformarlas porque nos pertenecen y a la vez nos modifican ¡hasta la postura y la expresión facial!
La diferencia radica en la capacidad que tenemos de hacernos responsables de cada emoción que colma nuestro cuerpo. Siempre que pienso que mi estado emocional está determinado por la conducta de otra persona, le estoy cediendo el poder al otro, me invalido automáticamente.
Si por el contrario, yo me hago cargo de lo que siento, seré yo quien elige y decide qué hacer con eso. Las emociones pueden ser un diálogo con nosotros mismos para conocernos, aceptarnos y amarnos profundamente. O bien, pueden ser una discusión con el exterior que sólo genera desgaste.
Te invito a observar tus emociones sin juicios, no pienses si es bueno o malo sentir tal o cual emoción, simplemente siéntela. Poco a poco notarás y diferenciarás los pensamientos que acompañan a ciertas emociones. Continúa haciéndolo hasta que puedas decirte con una sonrisa que te amas tal cual eres y que tienes el poder de transformar tu estado emocional cuando reconoces tus pensamientos y viceversa porque una vibración modifica a la otra en una danza perfecta.