Lectura terapéutica
Por Malusa Gómez @marylightg
No recuerdo si en este espacio he compartido mi afición por la lectura, creo que no, aunque resulte demasiado obvia pues a los que nos gusta escribir, observar y participar de la vida normalmente somos buenos lectores. Lo somos por muchas razones, una de ellas es porque gracias a la lectura podemos conocer muchos lugares, vivir muchas vidas y disfrutar de algunas pasiones para las cuales muchas veces la vida no nos alcanza.
Bueno pues, la cosa es que estoy en un Club del libro, espacio mensual que disfruto muchísimo. Un grupo de mujeres divertidas, listas, complicadas, conflictuadas, felices, atrevidas pero sobre todo buena onda y locas por la lectura. No es un grupo de lectura común, las reglas y el cómo se han ido dando sobre la marcha. Elegimos el libro según gustos, recomendaciones, autores, temas, etc. Hablamos a profundidad del libro y la misma historia nos va llevando a nuestra propia historia y es ahí cuando empieza lo bueno. Las confesiones, el relato de anécdotas, las risas y sobre todo la complicidad.
El mes pasado les propuse leer un libro de Fritz Glockner, autor poblano contemporáneo y sobre todo: mi amigo, con la idea de invitarlo a él a la reunión y hacer una dinámica diferente, no siempre se puede comentar un libro con el autor de manera así tan directa.
Lo primero que hice fue hablarlo con Fritz, y pedirle que me recomendara alguno de sus libros, explicándole el tipo de mujeres que somos y las lecturas que regularmente hacemos. Él me hizo un recorrido así groso modo de sus relatos, opinando cúal sí y cual no, explicándome los temas, que si la guerrilla y su historia, que si Tin Tan y sus encantos, que tal y que si cual y decidimos que leeríamos “Se nos hizo tarde” una novela de recuerdos, de nostalgia de una generación del Oriente a 20 años de haber salido del colegio y con la organización del reencuentro.
A mí el libro me gustó, me entretuvo, ya que el Oriente es mi colegio y si bien Fritz y yo no somos de la misma generación – yo soy más joven obvio sino no lo diría – sí somos de generaciones cercanas y mucho de lo que ahí cuenta yo lo viví y conozco a más de uno de los personajes.
Nuestras reuniones son por la tarde, con vino y botanas. Algunas veces papitas y otra nos ponemos más creativas y llevamos algo que nosotras mimas preparamos. Esta vez llevé un salmón que aprendí a hacer en una clase de cocina que tomo, y se los comento porque fue muy divertido cómo mis amigas lectoras se burlaron de mí diciendo que porque iba mi “amigo” Fritz hasta salmón llevé cuando siempre llevo salchichas . Hicimos nuestro mejor intento por escuchar lo que el autor nos iba contando de su proceso de escritura, de cómo organiza la investigación y cómo elige los temas, pero la verdad lo hicimos fatal, lo interrumpíamos, opinábamos, le cambiábamos el tema como si la tarde se fuera a terminar y nuestra pregunta se fuera a quedar sin resolver o sin formular. Fue una reunión caótica harto divertida. Fritz intentaba poner orden, brincaba de un tema a otro y sin duda se divirtió tanto como nosotras.
Finalmente y contra pronósticos el tema de la guerrilla fue lo que más llamó nuestra atención, sobre todo porque está relacionado con su vida familiar, porque las historias de cómo desapareció su papá y cómo se enteraron que estaba involucrado en la lucha y detenido en Lecumberri nos dejaron bien calladitas –cosa rara y difícil – surgiéndonos después muchas dudas y haciendo un poco de burla pues en lugar de contarnos nos decía lean “Veinte de cobre” el libro donde relata todo esto.
Una de las cosas que llamó la atención al señor Glockner, fue que nuestras preguntas iban más encaminadas o más enfocadas al proceso de escribir que al de leer, nos preguntó si queremos ser escritoras, si alguna de nosotras escribe, si tallereamos, si publicamos y nos dejó la espinita ahí bien clavada de si deberíamos organizar un taller y darle rienda suelta a todo eso que queremos decir, pero de una forma más estructurada.
La reunión terminó como a las 11, después de un par de jarras de clericot y muchas risas. Nos quedamos todos con cosas que decir, que preguntar y que compartir, pero la verdad así nos quedamos siempre que la reunión del libro termina. Lista para empezar a leer el nuevo título y organizar cuándo será la próxima reunión de #TerapiaLectura.