Porcentajes
Por Laura Macías
Él mide los acontecimientos de la vida en porcentajes. Nuestro primer encuentro fue desconcertante porque nunca había vivido una primera cita que se desarrollara en un juego de preguntas y respuestas como si fuera una entrevista para un trabajo de suma importancia. Al sentarse a la mesa sugirió bebidas y entradas y después comenzó el interrogatorio: dónde trabajas, qué responsabilidades tienes, cuántas personas tienes a tu cargo, qué tipo de decisiones tomas, si voy al trabajo en pantalones y cosas por el estilo que me pusieron en un situación casi humorística. Estoica, las contesté una a una, con falsa seguridad mientras comía una ensalada que me hacía encontrar un poco de tranquilidad en esta situación un tanto amarga y para minimizar los efectos de, la que sabía ya, era una primera cita fallida.
En otro momento de la conversación traté de ser empática y hablar un poco sobre él; de más está decir que se refirió sin tapujos, y con una superioridad moral que casi me hace querer salir corriendo, a sus negocios donde los empleados se entretienen con tandas. También hablamos del mundo y de las ciudades que todo aquel que se cree buen viajero debe haber recorrido alguna vez. Para este momento las palabras ya se me encimaban, se revolvían en mi cabeza tratando de entender cuál era el propósito de esta conversación y las preguntas sin fin. Para el grand finale me tenía reservado lo mejor: los porcentajes. Lo que quería tener claro en su cabeza era qué porcentaje de las decisiones que se toman en mi trabajo dependen de mi. Contesté que no sabía y entonces, haciendo el cálculo correspondiente aseguró que el 27% de todo lo que sucede en ese lugar depende de mi. ¡Qué gran cálculo! La comedia de la vida estaba en un momento cumbre en mi insignificante historia. Entonces lo entendí todo: el porcentaje de tiempo de mi vida que había en esta primera cita era casi insignificante, así que a tomarlo con calma. Era tan insignificante casi como el hecho de que un hombre se concentre en tu desempeño laboral en lugar de tus ojos.