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ANTONIOguía, perdón Antología

ANTONIOguía, perdón Antología

ANTONIOguía, perdón Antología

Por Malusa Gómez
@marylightg

Últimamente cuando tengo que salir en la tarde ya nunca llevo mi coche, y no es solo por el alcoholímetro pues muy borracha no soy, es por no estar con el pendiente del coche y por evitar al máximo los valets y los estacionamientos, así que ahora pido Uber.

Y así le hice el pasado jueves para ir a la Capilla del Arte de la Udlap a la exposición “Ver para Creer” de Antonio Álvarez Moran. Me arreglé y pedí el mentado Uber. Desde que llegó el chofer – de cuyo nombre no quiero acordarme – me dijo ¿a dónde la llevo?, ya se lo puse en la aplicación contesté un poco desconfiada. Es que no me sale hasta que llego al lugar, respondió…Mal comienzo.

Arrancamos. Con la mano izquierda ocupada por su celular y la derecha en el volante tomó Forjadores y medio metro después de la entrada al Periférico, notó que esa era nuestra salida, así que sin el mínimo pudor se brincó los topes que marcan la entrada y agarró la cuchilla, yo brinqué del susto y empecé a ir más alerta. Su incorporación al periférico fue algo así como el paso de la muerte, y ahí sí empecé a temer por mi vida, le dije un “¡¡Qué pasa!!” nada amable. Seguimos el trayecto, el colmo fue cuando volvió a agarrar la recta rumbo a Cholula y no a Puebla; entonces si ya enojada le dije ¿A dónde va?, “Eso me marca el celular respondió enseñándomelo”. Respiré profundo y le pedí que se orillara que ahí merito me quería bajar, “Como cree déjeme dejarla en un lugar donde esté más segura” me dijo. Segura estoy si me bajo de su coche, déjeme aquí dije ya enojada/asustada y furiosa.

Finalmente tomé otro Uber y llegué sana y salva a la exposición.

“Ver para Creer”, es una exposición antológica, donde podemos ver el recorrido de 50 años del artista Antonio Álvarez, encontramos desde sus cuadernos en los que guardó lo que veía por la calle, rostros y ocurrencias hasta cuadros de gran formato de todas sus etapas.

Si ustedes conocen sus obra, sabrán que los Santos Niños no pueden faltar en esta antología, desde el cieguecito hasta el licenciadito, o la estatua del Santo Niño Turista que no solo está hoy expuesta en la Capilla de Arte, sino que lo ha acompañado en muchos de sus viajes para fotografiarlo en los lugares que visitan.

Hay un muro completo dedicado a la Farándula Cubista, con la clara influencia  de Picasso y su toque tan personal para inmortalizar a nuestras divas, entre las que por supuesto se encuentra la consentida Lyn May.

También hay algunas vitrinas con piezas en las que combina cosas que pertenecieron a algún familiar y que él ha trabajado, o intervenido como dicen ahora, para lograr piezas realmente interesantes. Entre los cuadros que me encontré y me gustó mucho fue un Sagrado Corazón – que solía estar en casa de mis abuelos, porque Antonio y yo somos primos – al cual hoy custodian precisamente doña Mercedes y don Pepe, además del tío Toño (su papá) y que me encantó entre otras cosas por el parecido que descubrí entre mi abuela y yo. Además de la dentadura de la tía Alini, y muchas figuras que algún día decoraron espacios familiares.

Otra etapa importante en la carrera artística de Toño han sido las monjas, ellas han dado vida a muchos de sus cuadros, han formado parte real de su vida y son las protagonistas de su trabajo cinematográfico. A ellas también las encontramos en esta exposición.

La inauguración fue un éxito, había mucha gente entre familiares, amigos, coleccionistas y curiosos. Vale mucho la pena que la visiten, hagan el recorrido con calma, disfruten cada pieza, y vean la evolución de uno de nuestros más talentosos pintores poblano. Porque lo es, independientemente del cariño familiar que yo le tengo.