Por Enrique Dans*
De acuerdo con un interesantísimo estudio de Pew Research, los norteamericanos que se informan principalmente a través de redes sociales tienden a estar peor informados y a estar más expuestos a información falsa y teorías de la conspiración. El estudio, que vale la pena consultar en su integridad, basado en unas diez mil encuestas a lo largo de nueve meses, concluyó que en torno a una quinta parte de la muestra (18%) afirmaba utilizar las redes sociales como fuente principal de información, y trató de evaluar mediante un panel de preguntas el nivel de conocimiento sobre varias cuestiones de actualidad.
Demográficamente, los adultos estadounidenses que afirman depender más de las redes sociales para informarse tienden a ser más jóvenes que la media, tienen menos probabilidad de ser de raza blanca, y tienen niveles de educación más bajos que aquellos que utilizar múltiples plataformas.
La conclusión puede no resultar sorprendente, pero tiene múltiples implicaciones. La primera, la necesidad de introducir en el currículum educativo las habilidades para mantenerse informado: las redes sociales son una fuente de noticias sencilla, rápida y con poco esfuerzo, pero tienden no solo a hacer más fácil la difusión de noticias falsas, sino también a generar cámaras de eco o sesgos derivados de las personas a las que sigues. La consecuencia son personas no solo peor informadas, sino también menos comprometidas con las sociedades en las que viven, con mayor probabilidad de ser instrumentalizadas, manipuladas o convertidas en cadena de transmisión para noticias falsas, y en general, más ignorantes.
La conclusión del estudio, sin embargo, no supone necesariamente una demonización de las redes sociales, que indudablemente tienen su valor e incluso su lugar en la información. Lo que ocurre es que, como en tantas otras cosas, la respuesta no es tan sencilla como un simple «redes sociales sí o redes sociales no». ¿Dónde debe estar el papel de las redes sociales en el acceso a la información? Mi aproximación al tema, tanto desde un punto de vista personal como a nivel del temario que imparto en mis cursos, es que las redes sociales son útiles cuando las situamos en un tercer nivel, concretamente tras el consumo de noticias a través de agregadores y de recomendadores. En esa posición, las redes sociales pueden aportar una diversidad de fuentes y un acceso a temas variado susceptible de enriquecer una dieta informativa. Pero para que esta metodología sea efectiva, debe apoyarse en un proceso y en otras herramientas previas.
Me explico: soy un absoluto creyente en la necesidad de tomar, ante las noticias, una actitud proactiva, no reactiva. Mi primera parada a la hora de informarme es, desde hace muchísimos años, un lector de feeds. Los lectores de feeds no son una herramienta popular ni masiva, pero sí enormemente útil. Tuvieron su etapa de esplendor con Google Reader, un proyecto que Google lanzó en 2005 y canceló en 2013, y posteriormente, mi elección particular ha sido Feedly, aunque hay muchos más, basta con introducir «feed reader» en un buscador para encontrarlos. Básicamente, se trata de servicios que permiten suscribirse a fuentes elegidas por el usuario – casi cualquier página en la web, desde blogs personales hasta medios de comunicación o secciones de los mismos – y que presentan la información en un formato común que permite su lectura rápida, así como algunas funciones básicas de gestión de esa información: almacenamiento en un repositorio, reenvío a otras personas, compartición en redes sociales, etc. Para mí, Feedly es una pestaña que permanece siempre abierta en cualquier navegador y cualquier ordenador que esté utilizando, y que consulto varias veces al día. Mis suscripciones en Feedly responden a los temas amplios que interesan a un profesor de innovación en una escuela de negocios, y son públicas.
Mi segunda parada en mi rutina informativa es una herramienta de recomendación algorítmica. Desde hace algunos años, ese papel lo juega, en mi caso, Refind. Se trata de una herramienta que generalmente se instala como un plugin en la barra del navegador, que permite almacenar en ella las noticias que hemos encontrado interesantes, y que a partir de las mismas, nos recomienda la lectura de noticias similares. Para mí, una fuente fundamental que, en muchas ocasiones, me expone a fuentes a las que no me he suscrito de manera proactiva, y me permite además profundizar más en algunos temas. De nuevo, Refind no es única, y existen otras muchas herramientas de recomendación algorítmica de noticias que aportan prestaciones similares.
Las redes sociales ocupan el tercer lugar. En mi caso, la red que escojo para informarme es Twitter, fundamentalmente por una cuestión de relación señal-ruido, pero para muchos de mis estudiantes ese lugar lo ocupa LinkedIn, a la que la adquisición de Pulse en 2013 convirtió en un sitio para leer las cosas que lee tu red de contactos. Utilizar una red social para leer noticias implica, en mi caso, que no uso esa red social para seguir a mis amigos o a mi familia, sino que priorizo en ella seguir a personas que me aportan contenidos interesantes: líderes de la industria, creadores de contenidos o personas que, en algún sentido, marcan la agenda en temas que me interesan.
¿Facebook? Para mí, nunca ha estado en la ecuación informativa, por mucho que la propia red social se vea como un medio de comunicación o incluso afirme que los medios que no tengan una presencia en ella, desaparecerán. La veo como otra cosa, como una red social orientada a personas y a relaciones, y su papel para mí en la lectura de noticias es prácticamente nulo, aunque obviamente, no sea así para una significativa porción de la sociedad. Mucho menos me lo planteo en el resto de su imperio: ¿Instagram como fuente de noticias? La sola idea me parece ridícula. ¿WhatsApp? Ni siquiera la tengo instalada, y si la tuviera, sería una herramienta de comunicación, no un sitio para leer noticias, por mucho que me pudiesen llegar a través de grupos.
Para mí, la lectura de noticias es una tarea importante y fundamental en sí misma, a la que presto mucha atención, y que sistematizo de manera bastante rigurosa. En cualquier momento puedo localizar una noticia que leí en el pasado y volver a ella, tarea que además, llevo a cabo con frecuencia para buscar enlaces en los artículos que escribo. Probablemente no sea necesario que todo el mundo sea igualmente riguroso en su aproximación a las noticias, pero sí que recomiendo poderosamente tomar algunos aspectos de esa metodología, particularmente si se depende de la información en algún tema específico para la toma de decisiones.
Dejar la información en manos de la misma herramienta que utilizamos para felicitar los cumpleaños, para ver las fotos de las vacaciones o para entretenernos es algo que, francamente, nunca he podido comprender. Y ahora, además, sabemos positivamente que es una receta para estar mal informado.
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*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons