La tecnología y sus mitos
Por Enrique Dans*
Seguro que lo habéis escuchado de manera habitual: «tanto hablar de la huella de carbono, y todos utilizáis constantemente apps que se gestionan en data centers que gastan muchísima energía»…
Un estudio publicado sobre el consumo de los data centers en el mundo llama a recalibrar y reconsiderar el impacto medioambiental de este tipo de instalaciones en el mundo, y certifica que, a pesar de su enorme crecimiento, ese impacto es relativamente reducido debido, fundamentalmente, al enorme trabajo de eficiencia y de reducción de la huella de carbono que ha llevado a cabo la industria de la tecnología. Los data centers son ahora más eficientes que nunca, utilizan mucha menos energía de la esperada, y una parte muy significativa de esa energía proviene de fuentes renovables, en la gran mayoría de los competidores, en una industria que lleva tiempo trabajando en su sostenibilidad. De hecho, a pesar de que la potencia instalada, debido fundamentalmente al crecimiento del cloud computing, se ha multiplicado por un factor de seis, el consumo de energía ha crecido únicamente en un 6%.
La tendencia a la consolidación de data centers en instalaciones cada vez de mayor tamaño ha resultado ser muchísimo más eficiente frente a los servidores locales más pequeños que se utilizaban antes de la llegada del cloud computing. La idea de que reducir la huella de carbono equivale de alguna manera a algún tipo de ideal ludita y a un mundo sin tecnología es completamente absurda: la reducción de la huella de carbono y el llevar a cabo un consumo responsable es perfectamente compatible con un uso habitual de la tecnología.
Este tipo de mitos son, desgraciadamente, muy habituales en el mundo tecnológico: la teoría del tubo de escape largo, que afirma que un vehículo eléctrico contamina supuestamente más que uno de combustión interna debido a que se recarga con energía que proviene de combustibles fósiles es otro ejemplo clarísimo, que persiste y reaparece constantemente en la conversación incluso en entornos aparentemente bien informados a pesar de haber sido desmentido científicamente en una gran cantidad de ocasiones. Estamos en lo mismo: quemar combustibles fósiles en un motor es muchísimo más ineficiente que hacerlo en una instalación industrial masiva en la que ese proceso se lleva a cabo de manera mucho más eficiente. Por supuesto que cuanto antes descarbonicemos la generación de energía, mejor, pero incluso en un parque de generación íntegramente constituido por centrales alimentadas mediante combustibles fósiles, introducir un vehículo eléctrico es SIEMPRE positivo frente a su alternativa de combustión interna.
Es algo que ocurre de manera habitual, y hasta la psicología cuenta con explicaciones para ello: ante un entorno percibido como complejo o rápidamente cambiante, muchas personas adoptan un mito porque en su momento les pareció una explicación razonable, y se agarran a él como forma de sentirse más seguros. Pero no, no es así: ni los data centers gastan una barbaridad, ni los vehículos eléctricos contaminan ni más ni lo mismo que los de combustión interna, del mismo modo que no es cierto que la infraestructura de los países no pueda abastecer el consumo de los vehículos eléctricos, y de la misma manera que sus baterías no constituyen ningún «residuo terriblemente peligroso» del que nunca nos podremos deshacer. Es FALSO. Es un MITO, por mucho que persista, reaparezca o se repita a lo largo del tiempo. Repetir mentiras muchas veces no las convierte en verdad. Y sostener ese tipo de mitos en público solo logra ponerte en ridículo ante tus interlocutores cuando los sacas en la conversación.
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons