La banca tradicional se enfrenta a su disrupción
Por Enrique Dans*
Son, sin duda, uno de los símbolos del sistema capitalista tal y como lo conocemos. Y cada vez más, la automatización de procesos y la aplicación del machine learning se acercan a un escenario de disrupción a manos de los llamados «neobancos«, compañías fintech, apps, plataformas digitales o gigantes tecnológicos como Amazon, Google, Apple y otros, hasta operadoras de telecomunicaciones, que amenazan con deconstruir la cadena de valor de la banca tradicional pieza por pieza. Tecnología, desintermediación y automatización avanzada de la transaccionalidad gracias al machine learning son las piezas que están dando lugar a una tormenta perfecta de la que no se está hablando lo suficiente, pero que muchos ven venir con auténtico pánico mientras esperan inútilmente que algo o alguien salga a protegerlos de la lluvia.
No, el problema de la banca no es que surjan startups más ligeras y con propuestas más atractivas para algunos segmentos de clientes como los que viajan mucho, que esas startups se hagan con licencias bancarias en países como Lituania, que la mismísima Google se plantee ofrecer cuentas corrientes, o que surjan fórmulas nuevas, con marcas imaginativos o con capitalizaciones crecientes. El problema no es ese, como tampoco lo son los vanos intentos de los reguladores por evitar el proceso aludiendo a los posibles riesgos para los usuarios o a la asimetría de algunos competidores. El problema es que cada día más, cualquiera puede plantearse ser un banco.
Como tal, el negocio bancario no es intrínsecamente muy rentable – o será difícil que lo sea – en un escenario de creciente automatización y transparencia, pero sí ofrece muchas posibilidades interesantes como complemento a otros negocios, que además, en muchos casos, pueden extrapolar la confianza que generan en sus clientes y situarse por encima de la banca tradicional y su muy maltrecha imagen de cara a los usuarios. ¿Tiene sentido que muchos bancos tradicionales ofrezcan brillantes resultados, cuando hablamos de un negocio transaccional cada vez menos específico y con menos valor añadido?
Veremos bancos que desaparecen como tales, para que sus funciones vayan siendo progresivamente absorbidas por compañías de consumo que ofrecen crédito a sus clientes, por universidades que invierten en sus estudiantes y gestionan sus ahorros y transacciones, por especialistas en inversiones con estructuras ligerísimas y comisiones minúsculas, o por empresas online con reputación impecable de servicio al cliente. La automatización, que llegó sustituyendo puestos de nivel bajo en banca e inversiones, ya desplaza a algunos de los puestos con sueldos más jugosos en las élites financieras.
Una tarta, la de los servicios bancarios, cada vez más deseada por un mayor número de actores, que ven la posibilidad de hacer las cosas mucho mejor que como lo hace la banca tradicional, en muchos casos con estructuras sobrecargadas de sucursales físicas y plantillas aún enormemente sobredimensionadas, a pesar de las oleadas de despidos y prejubilaciones de los últimos años. La reputación de especialistas de los bancos, en entredicho: ofrecer servicios bancarios sin ser un banco tradicional nunca ha sido más sencillo. Basta constituir una startup, montar una propuesta de valor que suene atractiva a determinados segmentos de clientes, y dejar que la prensa y el boca-oreja haga el resto. ¿Problemas de confianza? Para muchos servicios bancarios, se puede poner a prueba durante mucho tiempo a una compañía sin necesidad de arriesgar demasiado, como ocurre con todos esos padres que envían a sus hijos de Erasmus con tarjetas de neobancos cuya publicidad no han visto en ningún sitio, pero que les funcionan de maravilla para lo que ellos quieren. En ocasiones, la elección se hace simplemente por un criterio de rebeldía: estamos tan tremendamente hartos de la banca tradicional, que simplemente, queremos probar otras opciones. Algo que, obviamente, no ocurre en todos los segmentos de clientes, pero que sin duda, constituye un fenómeno en evolución y crecimiento.
¿Qué es mejor? ¿Ver como neobancos, compañías fintech y similares van comiéndote el terreno en determinados segmentos de clientes, o simplemente, pensar que el futuro es que los servicios que ofreces los ofrezcan compañías de otros tipos, ajenas al negocio bancario, que simplemente ven en ellos una oportunidad de ofrecer más posibilidades flexibilidad o condiciones a sus clientes, incluso con la posibilidad de estabilizar gracias a ello su tesorería?
Si trabajas en banca, no es mala idea ir pensando en tu reinvención profesional. Cada vez hay menos vacas sagradas, y este tipo de dinámicas de disrupción no esperan por nadie.
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons