El sector automoción y sus tres grandes cambios tecnológicos
Por Enrique Dans*
Volvo presenta su primer vehículo completamente eléctrico, y con él, una importante apuesta por la descarbonización, que llevará a la marca a poner en el mercado un modelo eléctrico nuevo cada año hasta 2025 y a comenzar a abandonar los vehículos con motor de explosión y los híbridos, con la idea de que en el año 2025, la mitad de sus ventas sean de eléctricos puros, y la otra mitad, y decreciendo, de híbridos enchufables con sus motores no eléctricos producidos ya fuera de la compañía.
Unido a la salida al mercado y esperada comercialización masiva del ID.3 de Volkswagen, al incremento de capacidad de fabricación del líder de la categoría, Tesla, con la apertura de su fábrica en China, y a los esfuerzos de otros fabricantes por electrificar su catálogo, no queda ninguna duda acerca de la evolución futura de la industria: la transición al vehículo eléctrico ya no es siquiera una cuestión de cuando, sino de a qué velocidad tiene lugar. Si estabas pensando en adquirir un vehículo con motor de explosión, ya lo sabes: estás comprando tecnología obsoleta y cuyo futuro muy próximo es desaparecer. La huelga de trabajadores de GM que protestan por le llegada del vehículo eléctrico y su efecto de disminución de las plantillas necesarias para ensamblarlo lo deja todo meridianamente claro.
Pero el cambio en la tecnología de propulsión es, en realidad, solo el primero de los tres grandes cambios tecnológicos que va a vivir la industria del automóvil. Con la llegada del vehículo eléctrico tendrá lugar una fuerte discontinuidad en el mercado, provocada no como algunos miopes creen, por su precio – que evolucionará a la baja a medida que se factoricen economías de escala y actúen las correspondientes dinámicas competitivas – sino por elementos como la disponibilidad de garaje. En efecto, adquirir un vehículo eléctrico cuando no se dispone de un aparcamiento en el domicilio donde cargarlo es no solo incómodo, sino prácticamente absurdo, lo que segregará el mercado entre quienes pueden adquirirlo y salir todas las mañanas de su casa con el vehículo completamente cargado, y los que traten de prolongar la vida de sus vehículos de combustión hasta que la ley, en no muchos años, les obligue a desguazarlos.
Este cambio dará más importancia al segundo factor tecnológico: el cambio en el modelo de propiedad. En una dinámica que, por el momento, parece tener más claro la industria automovilística alemana que sus competidoras en otros países, veremos cómo muchos fabricantes van incrementando su actividad en el ámbito del car-sharing, convirtiéndose en operadores de flotas con la esperanza de competir con compañías como Uber o Didi. La idea de no tener coche y, en su lugar, utilizarlo como servicio cuando sea necesario, cada vez más popular entre las generaciones más jóvenes, se convertirá en una tendencia cada vez más representativa, sobre todo para aquellos que vivan en ciudades, en las que iremos viendo una fuerte tendencia a la restricción de espacios para la circulación de vehículos particulares y a la peatonalización. ¿Realmente conviene poseer tu propio vehículo cuando la ciudad en la que vives te dificulta enormemente el utilizarlo, y únicamente haces algunos viajes al año? Es difícil que exista un análisis económico más convincente que ese.
El tercer gran cambio de la industria es el cambio en el modelo de uso: los automóviles dejarán de ser dispositivos que maneja su conductor, y pasarán a ser autónomos. Un cambio que muchos pretenden plantear a plazos desmesuradamente largos, pero que choca con una evidencia: compañías como Waymo ya anuncian la inmediata disponibilidad de vehículos completamente autónomos sin conductor de seguridad, y sus competidores van avanzando cada vez más en experiencia y planteándose el tamaño del negocio del transporte de viajeros cuando su mayor coste, el conductor, desaparece de la ecuación. Que llegue más tarde a más temprano a tu ciudad será, simplemente, una cuestión de cuándo aparece un actor suficientemente interesado en invertir en cartografía detallada y cuánta expectativa de uso genere el tamaño y los hábitos de ese mercado.
Probablemente, una de las transiciones tecnológicas más interesantes que viviremos en un futuro próximo. En la industria de la automoción ya quedan pocas cartas por repartir: ahora la cuestión está en quiénes y a qué velocidad las pongan sobre la mesa.
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons