Geopolítica, tecnología y emergencia climática
Por Enrique Dans*
Las consecuencias de la última reunión del G7 en Biarritz no están siendo tanto las inmediatas que se desprendieron de sus reuniones, como la especulación sobre sus futuros efectos. La reunión coincidió con los devastadores incendios en el territorio de un país no presente en la reunión, Brasil, a todas luces provocados por la política de un presidente populista e impresentable como Jair Bolsonaro, y dieron lugar a una fuerte reacción por parte no solo del presidente francés Emmanuel Macron, calificada por el primero como de «colonialismo«, sino a un movimiento global que amenaza con excluir al país latinoamericano de acuerdos globales de comercio, lo que supondría una durísima condena a su economía.
La reacción a esa amenaza fue prácticamente inmediata: el patético y altisonante Bolsonaro plegó velas, envió a su ejército a combatir los incendios, y se quedó rápidamente calladito. Y es que, más allá de la reunión del G7, lo que se está discutiendo a nivel mundial es algo tan crucial como que el principio de la soberanía nacional se supedite a determinadas acciones, para impedir que pueda ser utilizado para provocar efectos que recaen ya no sobre el país correspondiente, sino sobre la totalidad del mundo. ¿Quieres quemar la Amazonia para producir más ganado y productos agrícolas? Piénsatelo dos veces, porque la presión de la comunidad internacional llevará a que no tengas a quién vendérselos. ¿Quieres retirarte de los acuerdos internacionales para saltarte los límites de emisiones? Ten cuidado, porque podría ocurrirte algo similar, y en un mundo intrínsecamente global, ningún país resiste mucho por sí solo.
La lucha contra la cada vez más acuciante emergencia climática se está convirtiendo en el principio de un orden internacional que comienza a insinuar un cambio lógico en las prioridades, en busca de un intento de salvar los muebles del planeta. Algo que se apoya, en primer lugar, en la tecnología: nuevas redes de satélite públicas y privadas capaces de recoger información de manera precisa y prácticamente inmediata de cualquier punto en cualquier lugar del mundo, redes de sensores cada vez más baratos y omnipresentes que general datos permanentemente analizados por algoritmos, e información que llega a todas partes en un instante, compartida por redes que se mueven a través de conexiones 5G y redes sociales aún peligrosamente instrumentalizadas, pero que rompen el monopolio que algunos pretendían tener sobre la información en sus países.
En un futuro cada vez más cercano, la posibilidad de cada país para legislar sobre temas que puedan tener una trascendencia sobre todo el mundo, particularmente sobre cuestiones que impacten a la emergencia climática, podría verse severamente limitada, no tanto por un impedimento directo, sino por la amenaza de una exclusión de los acuerdos de comercio internacional. Algo que tiene todo el sentido del mundo, y que se convierte en uno de los elementos fundamentales de cara a enfrentarse con un problema global que únicamente puede ser atacado con un enfoque global.
Si quieres mantenerte en un escepticismo que ya solo respaldan la ignorancia y la estupidez, tú mismo. Pero estarás cada vez más aislado, y el aislamiento, en un mundo globalizado, lleva cada vez a menos sitios.
*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons