La crisis del modelo de las tiendas de aplicaciones
Por Enrique Dans*
La App Store de Apple fue presentada el 10 de mayo de 2008 como forma de proporcionar contenido de todo tipo a la plataforma iOS, de crear un modelo de negocio para desarrolladores de aplicaciones y una interesante vía de ingresos para Apple, y se ha convertido en una auténtica máquina de hacer dinero: en 2018, se calcula que las App Stores de Apple en todo el mundo generaron unos 46,600 millones de dólares frente a los 38,700 millones del año anterior, todo un capítulo importante y con un crecimiento significativo para el epígrafe de servicios de la compañía. Su competencia, Google Play, fue lanzada el 22 de octubre del mismo año 2008 bajo el nombre Android Market, y el pasado 2018 generó 24,800 millones de dólares frente a los 19,500 millones del año anterior. En conjunto, hablamos de un mercado de 71,300 millones de dólares obtenidos de la venta de apps.
Sin embargo, el negocio podría empezar a resquebrajarse: las tiendas de aplicaciones juegan un importantísimo papel como canal para que desarrolladores no muy conocidos hagan llegar sus productos a los smartphones de los usuarios, pero cobran por ello unas comisiones muy importantes. Hace aproximadamente dos años, tanto Apple como Google se vieron obligadas a reducir su estructura de comisiones desde el 70/30 original hasta la mitad a partir del primer año. Sin embargo, para aquellas compañías en las que se genera un pago por suscripción a unos clientes que – obviamente – no solo conocen la app, sino que se encuentran fidelizados con su uso, la realidad es que ese 15% de comisión es un factor muy a tener en cuenta en la cuenta de resultados.
De ahí que, si en lugar de ser un desarrollador poco conocido que no quiere arriesgarse a distribuir independientemente (lo que supone pedir a los usuarios primero que te encuentren, después que se fíen y que sepan, además, instalar un fichero .apk en sus terminales), eres una aplicación mundialmente popular y con usuarios fieles, surja la tentación de tratar de saltarte este canal y ahorrarte así una comisión muy importante, que podrías simplemente incorporar a tus beneficios o utilizarla para ofrecer precios más competitivos. Y eso es precisamente lo que han comenzado a hacer cada vez más compañías: en agosto de 2018, Epic Games, creadores del popularísimo juego Fortnite, anunciaron su retirada de la Play Store de Android, y comenzaron a redirigir a los jugadores a su página web, en la que podían descargarse un instalador para dispositivos compatibles.
La siguiente en probar suerte fue Netflix, que a finales de agosto de 2018 planteó primero una prueba limitada a algunos mercados en la que comenzó a pedir a los usuarios que rellenasen la información de pago en la versión móvil de su página web en lugar de hacerlo en la app, para, en diciembre de 2018, pasar a saltarse completamente a la tienda de aplicaciones para todas las suscripciones nuevas en todo el mundo.
Spotify denunció las elevadas comisiones de Apple que lastraban su cuenta de resultados y se quejó a la Comisión Europea por sus condiciones en marzo de este año, que suponían, a su juicio, una forma de desequilibrar la competencia entre su app y la propia de Apple, Apple Music.
Hace unos días, la última en unirse a esta revuelta contra las tiendas de aplicaciones ha sido Tinder, que también ha forzado a sus usuarios a introducir su información de pago en su propia página y ha visto las acciones de su empresa matriz, Match Group, subir un 5%.
El ejemplo parece estar cundiendo, y está empezando a suponer pérdidas millonarias y un problema muy importante para Apple y Google: si aquellas apps con pagos recurrentes y que ya han ganado la confianza de sus usuarios huyen de su canal y recurren a métodos alternativos, las tiendas de aplicaciones pasarían a ser atractivas únicamente para aquellos desarrolladores que aún no han logrado esa confianza, y darían lugar a una espiral decreciente de ingresos, Por otro lado, el papel de generación de confianza y de supervisión que supuestamente jugaban las tiendas de aplicaciones se ha visto sumamente erosionado con el tiempo, dado que, en realidad, el usuario se encuentra muy desprotegido frente a muchos posibles comportamientos abusivos por mucho que instale sus apps en estas tiendas.
Tras muchos años gestionando un negocio con un sabroso 30% de margen, las tiendas de aplicaciones se vieron obligadas a rebajar sus comisiones. Ahora, la presión se incrementa, y comienzan a perder incluso esas comisiones en algunas de las aplicaciones con pagos recurrentes por suscripción, las más rentables. La pregunta es: ¿se ganan realmente las tiendas de aplicaciones las comisiones que generan? Para todas las apps que ya han decidido saltárselas, la respuesta es, evidentemente, no. ¿Pero cómo reaccionarán Apple y Google, si reaccionan, ante ese progresivo drenaje de recursos?
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