Suma que multiplica. Espacio libre para discutir y analizar la cotidianidad

Digitalizando el cerebro

Digitalizando el cerebro

Digitalizando el cerebro

Por Enrique Dans*

Me parece completamente recomendable dedicar un par de horas a ver el vídeo de presentación de Neuralink, la última compañía creada por Elon Musk. Una presentación interesantísima, en donde la parte llevada a cabo por el propio Elon es lógicamente la más generalista, pero que avanza mucho, sin hacerse incomprensible, a medida que participan los responsables de cada área.

Un evento orientado fundamentalmente a la captación de talento para un producto que no estará implantado en pruebas en al menos un año en los primeros voluntarios humanos, pero que permite ver lo que la compañía ha sido capaz de desarrollar en un tiempo muy corto, algo menos de dos años: electrodos ultrafinos que pueden ser implantados en el cerebro, chips capaces de procesar muy rápidamente la información producida por las neuronas y de servir de interfaz bidireccional con ellas, y hasta un robot capaz de insertar esos electrodos en el cerebro afectando mínimamente a los tejidos y sin riesgo de dañar vasos sanguíneos ni otras estructuras críticas. La impresión es que lo que la compañía ha hecho es aplicar muchos de los avances de la microelectrónica a un ámbito como el de la neurocirugía, y que para hacerlo, además, se ha apoyado de manera muy sólida en toda la investigación anterior en ese ámbito y en desarrollos y avances como los que posibilitaron los implantes cocleares que se aplican para determinados tipos de sordera o la estimulación cerebral profunda (DBS) que se aplica en casos de Parkinson y de otras afecciones crónicas.

La idea es, tras lograr la aprobación de la FDA (que no es imposible, porque de hecho ya ha sido obtenida hace tiempo para otro tipo de dispositivos intra-cerebrales profundos como los ya citados anteriormente), comenzar su aplicación con el objetivo inicial de tratar diversos tipos de trastornos o problemas cerebrales o medulares, tales como parálisis, Parkinson, distonías, trastornos obsesivo-compulsivos, epilepsia, etc. A partir de ahí, se podría avanzar para obtener cada vez más información sobre la eventual aplicación de esta tecnología como interfaz cerebro-máquina (BMI o BCI), y su eventual uso voluntario por cualquier persona. Si te parece algo imposible o a lo que nadie querría someterse voluntariamente, piensa que el procedimiento de implantación se espera que no requiera una intervención quirúrgica compleja y ni siquiera una anestesia total, sino que se parecería más, según palabras de algunos de los participantes en la presentación, a una operación de miopía mediante láser, un procedimiento tras el cual te puedes ir a tu casa en unas pocas horas.

De lo que estamos hablando no es exactamente de «llevar tu cerebro a internet«, pero sí de algo con lo que se lleva especulando mucho tiempo: digitalizar nuestro cerebro, los estímulos que producen sus neuronas, y ser capaz de interpretarlos. Lo que ves en la ilustración es exactamente eso: gráficos con pequeños picos que representan la actividad de las neuronas, sus potenciales de acción, que tras ser captados, pueden ser convenientemente procesados e interpretados. Como comento en muchas de mis conferencias, ¿qué es un recuerdo? Simplemente, un circuito neuronal redundante que se inerva durante el tiempo en que ese recuerdo permanece o es evocado. ¿A qué podemos llegar si conseguimos mapear los potenciales de acción de nuestro cerebro, si fuese hipotéticamente posible capturar toda su actividad?

Lógicamente, para aproximarte a capturar la cantidad de información necesaria para la codificación de una acción determinada necesitas poder leer los potenciales de acción de muchas neuronas, de ahí que sea necesario insertar una gran cantidad de electrodos próximos a esas mismas neuronas, para poder captar sus potenciales de acción, mapearlos, y asociarlos con todo tipo de acciones, de estímulos o de pensamientos. Un mapa de la actividad cerebral que hipotéticamente terminará permitiendo no solo que seamos capaces de leer nuestro cerebro, sino incluso que podamos escribir en él generando esos potenciales mediante los electrodos, de manera bidireccional, en la línea de experimentos de hace ya cierto tiempo en los que una descarga localizada próxima a una neurona en el córtex visual logra inducir que una persona vea un destello de luz inexistente en un lugar determinado. A partir de ahí, las posibilidades son prácticamente ilimitadas, incluyendo, lógicamente, la hipotética «fusión» de hombre y máquina o la utilización de nuestros propios sentidos como forma de alimentar datos que serían procesados algorítmicamente mediante machine learning. ¿Escribir en tu iPhone simplemente pensándolo? No es necesariamente una hipérbole.

Podemos pensar que la idea de llenar nuestro cerebro de electrodos, por mucho que nos aseguren que lo hace un robot que no comete errores y que no causarán daños, no resulta especialmente atractiva. Pero en el estado actual de la tecnología, la única posibilidad de captar esos potenciales de acción de las neuronas con la suficiente fidelidad y de ser capaz de inducirlos está asociada a la proximidad física, lo que convierte esta tecnología, por el momento, en la única con posibilidades de ser capaz de llegar a ese fin.

Sin duda, una interesante mirada a lo que puede ser un interesantísimo elemento del futuro de algo que hasta hace poco todos considerábamos ciencia-ficción. Algo a lo que no se llegará sin resolver una serie de problemas, por supuesto, pero que no deja de presentarnos con posibilidades absolutamente fascinantes. Por el momento, una visión del futuro, sí. Lo que sucede es que, como en tantas otras ocasiones, el futuro ya está aquí.

*Texto íntegro e imágenes, publicados gracias a licencias Creative Commons

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Entremás.mx.