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¿Dónde estás mirando?

¿Dónde estás mirando?

¿Dónde estás mirando?

Por Enrique Dans*

Es, sin duda, una de las prestaciones del recientemente presentado iOS 13 que está generando más atención: se llama FaceTime Attention Correction, puede activarse o desactivarse a voluntad, y permite corregir un efecto bastante desagradable de las videollamadas: que cuando estás en una, tus ojos miran a la imagen de la otra persona en la pantalla, no a la cámara, lo que hace que parezca que no estás mirando directamente, que no hay contacto visual. El efecto de dejar de mirar al punto de la pantalla donde se ve al interlocutor, y mirar directamente a la cámara era utilizado por algunas personas, generalmente con cierta experiencia en videollamadas, para conseguir un efecto de atención bastante llamativo en determinadas fases de una conversación, cuando se quería hacer énfasis en algún tema. Pero más allá de esos casos, mirar a la cámara supone un acto antinatural y, en cierto sentido, incómodo: centrar la mirada en un punto negro e inmóvil, frente a hacerlo en en lugar que ocupa la cara de la otra persona en la pantalla.

La solución, a la espera de que podamos poner la cámara en el centro de la pantalla o en cualquier sitio sin necesidad de un notch, es algo que tiene un aspecto bastante futurista y que puede ser incluso relativamente polémico: manipular digitalmente la imagen de nuestros ojos para que parezca que están mirando a la otra persona. Los que lo han probado afirman que está muy bien conseguido, que la imagen es prácticamente indistinguible de la realidad, y que el efecto funciona de manera que la llamada tiene lugar con sensación de contacto visual permanente.

¿Qué supone manipular los ojos de una persona para que miren en una dirección que no es en la que naturalmente están mirando? Tecnológicamente, es algo posible desde hace ya cierto tiempo, hay estudios de Microsoft Research en ese sentido hechos en 2004, pero no se había probado en un despliegue masivo como lo que supone incorporarlo en un sistema operativo que millones de smartphones van a descargarse en muy poco tiempo. Como muchas otras tecnologías, el efecto va a ser muy poco aparente, casi imperceptible: simplemente, te parecerá que la videollamada transcurre de manera más «natural», con un intercambio de miradas más «lógico» o más parecido al que habría en una conversación normal. Pero en la práctica, estarás mirando a una reconstrucción digital de la mirada de esa persona, construida a partir de la imagen real de sus ojos.

Es más que posible que este tipo de tecnologías de reconstrucción virtual de imágenes sean utilizadas con profusión en el futuro. Cuando hablamos con una persona a través de un visor de realidad virtual, por ejemplo, la posibilidad de ver la cara de esa persona si lleva puesto uno igual es absurda, porque veríamos fundamentalmente un rectángulo opaco en el lugar donde deberían estar sus ojos, algo lógicamente bastante desagradable, que nos impediría captar la mayoría de los detalles de la gestualidad de la persona, y que seguramente tendría muy poco sentido. La solución, de nuevo, sería capturar mediante sensores la imagen de los ojos de esa persona y reconstruirlos sobre su cara en el lugar donde se encuentra el visor, lo que permitiría disfrutar de una experiencia conversacional razonable. Algo en lo que se lleva cierto tiempo trabajando, frente a la posibilidad aún más utilizada para este tipo de videoconferencias, de trabajar con avatares de los participantes.

¿Dónde estás mirando? Pronto, esta pregunta podría dejar de tener sentido cuando nos comunicamos a través de una cámara. Mirarás invariablemente a los ojos de la otra persona, donde el algoritmo ha decidido que es lógico que mires.

*Texto íntegro e imagen, publicados gracias a licencias Creative Commons

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