Cómo NO actuar en caso de emergencia
Por Enrique Dans*
El último informe de IPBES sobre la brutal caída de la biodiversidad y la rápida destrucción del planeta a una velocidad sin precedentes está marcando algunos cambios, aún claramente insuficientes, en la concienciación de cada vez más personas sobre la amenaza medioambiental.
Por el momento, los más concienciados con el problema por razones obvias son los más jóvenes, que por otro lado, también son los que menos posibilidades tienen de llegar a los centros de decisión. Sin embargo, todo indica que sus acciones y dialéctica están siendo capaces de provocar un cambio en la actitud de sus padres con respecto al tema, y que un número creciente de ellos comienzan, en algunos países, a apoyar a sus hijos en sus protestas y a exigir acciones a sus gobiernos.
De hecho, el principal problema que se plantea a los candidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos en este momento es la ausencia, salvo en algunos casos, de una agenda concreta, creíble y específica con respecto a la crisis climática (los republicanos, en este sentido, ni están ni se les espera).
La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera supera por primera vez en la historia de la humanidad las 415 partes por millón, una clarísima señal de alarma que demuestra hasta qué punto el efecto está generado por el hombre. Un artículo en Harvard Business Review habla de cómo hacer negocios en la era de la extinción masiva, mientras cada vez más científicos intentan poner a prueba tecnologías cada vez más radicales para intentar, en la medida de lo posible, reparar el planeta de manera escalable y con un coste razonable. Varios territorios proponen, declaran o consideran el estado de emergencia climática, y dos tercios de los ciudadanos británicos reconocen que esa emergencia climática existe y afirman que cambiarían su voto para intentar ponerle freno. Hasta los míticos autobuses de dos pisos de Londres comienzan a ser sustituidos por otros con motor de hidrógeno.
¿Cómo NO actuar en caso de emergencia? La cuestión es clara: primero, no negándola ni pensando que todos están equivocados. La emergencia está ahí, es real, nos afecta a todos, y puede ser evitada si actuamos de la manera adecuada. La negación, el catastrofismo y la resignación no aportan absolutamente nada. Lo que hay que hacer es exigir a los políticos que cuenten con una agenda específica de medidas creíbles y realistas en ese sentido, penalizar a los que no la tengan o a los que insistan en ir en sentido contrario, y comenzar nosotros mismos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para reducir en la medida de lo posible nuestra contribución a las emisiones. Pero decididamente, no quedarnos como estamos, no creer en conspiranoias absurdas y, sobre todo, no negar las evidencias. La emergencia es real y, aunque muchos intenten mirar hacia otro lado, está ocurriendo. Es momento de hacer cosas.
*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons