Redes sociales y el dilema de la regulación
Por Enrique Dans*
La columna de opinión publicada por Mark Zuckerberg en The Washington Post el sábado, “The Internet needs new rules. Let’s start in these four areas“ vuelve a plantear el dilema de la regulación en torno a las plataformas y redes sociales, un ámbito tradicionalmente hostil a todos los intentos gubernamentales de plantearla: ahora, tras los múltiples problemas planteados por la ausencia de regulación, y tras algunos intentos de la propia Facebook de restringir o imponer más controles a la publicación de algunos contenidos, Zuckerberg reclama un papel más activo de los gobiernos e instituciones en cuatro ámbitos: el control de contenidos considerados perjudiciales, la integridad de los procesos electorales, la privacidad y la portabilidad de los datos.
La tesis de Zuckerberg parte de un error fundamental: la idea de que “internet necesita nuevas reglas”, como si internet fuese algún tipo de “lugar especial” o de “zona libre de regulación” y fuese preciso escribir esas reglas desde cero. No, no es así en absoluto. La petición de más regulación como supuesta solución a los problemas es un error común y tristemente habitual en quienes, con una mentalidad tradicional incapaz de entender la red, tienden a ver internet como un lugar supuestamente carente de reglas, pero no debería ser planteado así por alguien que, supuestamente, conoce cómo funciona. Pedir más regulación es abrir la puerta a la inflación regulatoria, a la hiper-legislación y a la promulgación de leyes de imposible cumplimiento, que, como bien decía Albert Einstein, no deja de ser la forma más rápida de destruir el respeto por un gobierno.
No, internet no necesita nuevas leyes. Necesita que se cumplan las que ya existen. La única manera lógica de aproximarse a la regulación de internet es hacerlo desde el consenso social que supone la existencia de leyes desde hace muchos años, y plantear la aplicación de esas leyes a un contexto como el de la red. Es tan sencillo como que las cosas que no se pueden hacer fuera de la red tampoco deben poderse hacer en ella. Si una persona no puede, fuera de la red, publicar determinados contenidos considerados perjudiciales o dañinos, ¿por qué iba a poder hacerlo en la red? ¿Qué lleva a alguien a pensar que “como es la red, todo vale”? La falta de cumplimiento de muchas leyes en la red proviene, habitualmente, de la falta de preparación de los jueces a la hora de entender la red, que tiende a que la vean como un ámbito diferente, cuando en realidad, debería regirse exactamente con las mismas reglas que el resto de ámbitos conocidos. Da igual que hablemos de un insulto, de una difamación, de un acoso o de la publicación de algo que no debería publicarse: es exactamente lo mismo que se haga en la red o fuera de ella, disponemos de leyes que aplican a esos casos, y debemos hacerlas cumplir en todos los ámbitos.
La libertad de opinión y de expresión están abundantemente reguladas en la sociedad. ¿Por qué debemos plantear leyes diferentes para internet? ¿Cuál es el problema de aplicar la legislación que ya existe? Si una persona que no difamaría a alguien en un medio de comunicación tradicional, y que sabe que si lo hiciese se vería ante un juez, cree que por hacerlo en una red social y con un seudónimo debe ser de alguna manera diferente, debería encontrarse con que no es así, con que el resultado es exactamente el mismo. Solo los ignorantes creen que internet es un ámbito en el que el anonimato es más sencillo: en realidad, es más fácil ser anónimo fuera de la red.
Pedir a los gobiernos e instituciones que sean más activos promulgando regulación específica para internet es abrir la puerta al desastre. Primero, porque muchos gobiernos son especialmente propensos a regular en caliente, a dejarse llevar por la presión popular, a intentar controlar más de lo que deben o a regular desde la ignorancia. Segundo, porque el ámbito local de un país no es adecuado para regular una red intrínsecamente global, lo que genera problemas de todo tipo a la hora de intentar hacer cumplir esas leyes y terminan convirtiéndolas en papel mojado que se puede saltar simplemente operando desde otro país que carezca de esa regulación.
La única manera de regular internet es dejando de ver internet como una rareza, y verlo como una parte más de la realidad, como un ámbito en el que deben regir exactamente las mismas leyes que rigen en el resto de los ámbitos de la sociedad. Algo así, obviamente, choca con un problema fundamental: carecemos de un organismo supranacional realmente efectivo capaz de hacer cumplir leyes a unos países que reclaman para sí mismos la capacidad de legislar. El escenario de un montón de países corriendo a regular internet cada uno en función de sus preocupaciones y de la presión social de sus ciudadanos es un espanto difícil de imaginar, algo que no puede traer nada bueno, y que deberíamos tratar de evitar de todas las maneras posibles. Frente a eso, sentido común y aplicación de la legislación que ya existe, que es por lo general fruto de un amplio consenso social obtenido a lo largo de los años.
Si Zuckerberg se siente muy solo intentando hacer frente al problema de gestionar una red social, que trate simplemente de aplicar a su red la legislación que ya existe fuera de ella en lugar de buscar formas de pasarle la patata caliente a otros. Eso, muy posiblemente, le obligaría no solo a censurar determinados contenidos que fuera de la red no tendrían cabida en ningún sitio razonable, sino además, a excluir a ciertos sujetos a los que ningún medio en su sano juicio permitiría jamás publicar nada, y que si lo hicieran por su cuenta pegando papeles con su opinión por la calle, serían sometidos rápidamente a un juicio por ello. Entre pegar un papel o repartir un panfleto incitando al odio por la calle y publicarlo en la red no hay ninguna diferencia, y si la hay es porque alguien no ha sabido hacer bien su trabajo.
Diga lo que diga Zuckerberg, no pidamos más regulación, porque una vez abierta la caja de los truenos en manos de legisladores de todo pelaje, terminaremos arrepintiéndonos seguro. Pidamos simplemente que se cumpla la legislación que ya existe, y que cada uno haga frente a sus responsabilidades.
*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons