El 5G ya está aquí
Por Enrique Dans*
Las impresiones del día cero del Mobile World Congress 2019 no pueden ser más claras: una red de 5G desplegada en Barcelona permite ver llamadas en tiempo real desde un escenario, datos de automóviles moviéndose por la ciudad o imágenes emitidas desde cámaras en azoteas, con una calidad, latencia y definición que evoca las transmisiones mediante fibra. Obviamente, no es un despliegue masivo, pero ver a operadoras de varios países comentar sus desarrollos y sus experiencias, hablando de cómo 5G permite pasar de hablar en Mbps. a Gbps., o citando costes por bit que se reducen por un factor de 10X permite anticipar un futuro que, sin duda, ya está aquí, y que no es meramente incremental.
El primer contacto con el MWC permite también comprobar que el 5G habla con un marcadísimo acento chino, y que uno no debe creerse todo lo que lee en los medios: mi encuentro con una profesora de Oxford me confirma que la universidad británica no ha suspendido en absoluto sus relaciones con Huawei diga lo que diga la BBC, del mismo modo que Vodafone, sobre cuya infraestructura se han llevado a cabo las demostraciones en Barcelona, tampoco lo ha hecho (y es más, directivos de la compañía consideran un hipotético bloqueo completamente inviable). Las noticias más recientes, de hecho, revelan que países como el Reino Unido o Alemania han decidido no seguir las directrices de la administración Trump con respecto al bloqueo a Huawei. Que el mayor espía del mundo, el país que llegó incluso a espiar el teléfono de Angela Merkel, te diga sin ningún tipo de pruebas que no uses los dispositivos de alguien por si acaso te espía no parece un aviso muy pertinente.
Esta mañana tuve la oportunidad de conocer a Ken Hu, Rotating Chairman de Huawei. La compañía china rota su CEO cada seis meses desde hace seis años como parte de una práctica directiva concebida para hacer que la empresa sea más ágil y se evite la rigidez corporativa, y la oportunidad de hablar con él me pareció sumamente interesante. Sobre todo, hablamos sobre inclusión, sobre la necesidad de evitar que la tecnología se convierta en una barrera, en una frontera entre conectados y no conectados, con reducciones del coste de las infraestructuras – estaciones base más sencillas y baratas que las actuales antenas, y que puedan gestionar muchos más dispositivos y conexiones – y que posibiliten también una reducción del coste por bit transmitido para las operadoras. Además, hablamos sobre la necesidad de considerar todos los elementos de la inclusión, que se redefine frente a los elementos que se consideraban tradicionalmente y debe incluir no solo el acceso a la tecnología como tal, sino también otras cuestiones menos convencionales como la inclusión financiera o la inclusión cultural, en términos de las habilidades necesarias para utilizar la tecnología con ciertas posibilidades y garantías.
Según Hu, incluso en sociedades avanzadas como la europea, existen en torno a un 43% de usuarios que carecen de habilidades digitales básicas y un 17% que no tienen ningún tipo de preparación para el entorno digital, y que son víctimas no necesariamente de una falta de acceso a la tecnología, sino de la cultura básica para extraerle partido y evitar problemas. Esa cultura debe lograrse a partir de buenas prácticas de inclusión de herramientas tecnológicas en la educación a todos los niveles, y de pensar en la inclusión más allá de la conectividad y ampliarla a las aplicaciones que puedan ofrecer propuestas de valor a todos los niveles.
Al final, como ya he comentado en muchas ocasiones, soy un profesor que lleva 28 años trabajando en el ámbito de la educación, lo que me lleva a aplicar eso de que “cuando tienes un martillo, todos los problemas son clavos”, a ver casi siempre la educación como clave fundamental para la solución de todos los problemas. Encontrarme en ámbitos comunes hablando con el máximo directivo de una de las compañías tecnológicas más grandes del mundo no deja de ser una buena experiencia.
*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons