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La revolución del packaging

La revolución del packaging

La revolución del packaging

Por Enrique Dans*

¿Te has parado a pensar en la cantidad de basura que generamos todos los días? ¿Y qué cantidad de esa basura consiste simplemente en envases de diversos tipos de todo tipo de productos, en muchos casos de materiales como el plástico, el cartón plastificado o muchos otros que habitualmente tendemos a no reciclar? El norteamericano medio genera dos kilos de basura al día, y se calcula que en torno al 30% de ella proviene del packaging. Una buena parte de ella, la que no es habitualmente separada como papel, cartón, vidrio u orgánica, no cuenta con protocolos de reciclado, y termina en vertederos.

Históricamente, el packaging de la mayoría de los productos que consumimos ha sido diseñado para optimizar su logística, el apilado o el envasado en cajas, o simplemente para hacerlo atractivo, por razones estéticas o de diseño. En algunas industrias, como la cosmética o las bebidas refrescantes y el agua envasada, se habla de una auténtica “adicción al packaging” para conseguir que sus productos destaquen en los lineales. La gran distribución y el comercio electrónico son también responsables de un uso excesivo de plásticos en sus protocolos de embalaje, que terminan en muchos casos convertidos en residuos no reciclables.

Cada vez son más las marcas que están poniendo en marcha iniciativas para reducir en lo posible su uso de plásticos. Algunas reutilizan plástico procedente del océano, otras venden a través de canales que reducen el packaging al mínimo imprescindible, otras, como Amazon, trabajan con las marcas para que envasen sus productos de forma que combinen una mayor sostenibilidad con una optimización de la logística, mientras que otras rediseñan sus productos para presentarlos en envases más reciclables, como este dentífrico en pastillas.

Ahora, una acción coordinada que incluye a una gran cantidad de marcas de gran consumo como Procter&Gamble, Nestle, PepsiCo, Unilever, etc. pretende poner en marcha una plataforma circular, Loop, que permitiría a los consumidores, inicialmente en los Estados Unidos y en Francia, recibir sus productos en casa en envases reutilizables, que iríamos depositando en una caja especialmente diseñada a medida que terminamos su contenido, para pedir entonces a un operador logístico que la recoja – o dejarla en un punto de recogida – y que esos envases sean redistribuidos a sus fabricantes, que se encargarían de limpiarlos y reutilizarlos hasta en unas cien ocasiones.

La idea tiene algunos elementos muy interesantes: en primer lugar, se beneficia de la posibilidad de utilizar sistemas logísticos basados en el retorno, que permitiría diseñar rutas capaces de optimizar la capacidad de los vehículos de reparto tanto en la ida como en la vuelta hacia el almacén. En segundo, animan a las marcas a rediseñar su packaging para hacerlo más atractivo o más funcional (como envases de helado que mantienen el producto frío más tiempo, por ejemplo), además de fomentar un modelo de suscripción en el que los usuarios vuelven a pedir los mismos productos que han utilizado anteriormente, lo que puede llegar a suponer una mejora en la fidelidad del consumidor.

El precio de los productos sería similar al de los envasados de manera convencional, al que se añadiría un extra en concepto de depósito por el primer envase, pero que es devuelto cuando se retorna, siguiendo el modelo tradicional que existe con muchos productos en algunos países.

Sin duda, es una iniciativa muy interesante. Lo siguiente es promover que los usuarios no solo quieran utilizar este tipo de fórmulas para llevar a cabo un consumo ecológicamente más responsable, sino que además, tiendan a favorecer con su elección a las marcas que participen en el esquema, para hacer que otras se unan a él. Una gran parte del éxito de este tipo de acciones está en la acogida por parte de los consumidores y en el hecho de que entiendan que sacrificar la conveniencia de poder tirar cómodamente a la basura todo lo que quieran por fórmulas indudablemente más incómodas, pero con una huella ecológica sensiblemente menor es, como tal, una buena idea. O, cada día más, la única idea viable.

*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons

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