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Arquitectura, construcción y cambio climático

Arquitectura, construcción y cambio climático

Arquitectura, construcción y cambio climático

Por Enrique Dans*

No todas las tecnologías implicadas en el desafío del cambio climático son tan evidentes como eliminar los combustibles fósiles o rediseñar nuestros sistemas de transporte, temas que hemos discutido de manera bastante habitual en esta página. La arquitectura, el diseño y la construcción de edificios es otro entorno en el que, según datos de la Unión Europea, está implicada en torno al 40% de la energía consumida y un 36% de las emisiones de dióxido de carbono.

El 35% de los edificios en Europa tienen más de cincuenta años y alrededor del 75% son ineficientes desde el punto de vista energético, con una bajísima tasa de renovación de entre el 0.4% y el 1.2%, lo que conlleva que sea perfectamente posible que, en términos de inversión individual e institucional, la adaptación de nuestros hogares y edificios mediante su aislamiento y modificaciones adecuadas para convertirlos en energéticamente eficientes termine por conllevar una factura sensiblemente más elevada que la relacionada con el transporte. Plantearme el aislamiento de mi casa o llevar a cabo obras para mejorar su capacidad de generación de energía puede, según el nivel al que me lo plantee, tener un coste más elevado que la adquisición de un nuevo vehículo, y tener un impacto posterior también más elevado en términos de ahorro.

El proyecto y construcción de edificación nueva también está intentando acomodar estas demandas. En Oslo, un consorcio de arquitectos, ingenieros, diseñadores y expertos en medio ambiente desarrollan tecnologías para convertir los edificios no solo en energéticamente eficientes, sino incluso, yendo más allá, en energéticamente positivos, en productores netos de energía capaces de abastecer parcialmente a su entorno. La idea es no solo ser capaz de eliminar la huella de carbono de los edificios, sino incluso plantearlos como una solución que contribuye a aliviar el problema del cambio climático. Con proyectos tanto de nueva construcción como de rehabilitación de edificios, este consorcio trabaja para diseñar la construcción de tal manera que pueda acomodar amplias extensiones de placas solares, baterías acumuladoras, etc. hasta el punto de convertirlos en mini-centrales eléctricas con una contribución positiva de energía. El edificio de la ilustración, Brattørkaia, es una construcción de ocho pisos de oficinas capaz de generar 485,000 kWh anuales, de los cuales la gran mayoría se devuelve a la red (el consumo energético medio de un hogar en la fría Noruega está en los 20,000 kWh, frente a unos 9,922 kWh en España o 10,399 en los Estados Unidos), generando un importante ahorro y una reducción de las necesidades de generación.

La definición del estatus energético de un edificio no incluye los materiales empleados en su construcción, un elemento que también requiere cambios. El uso cada vez mayor de materiales reciclados y fabricados de manera respetuosa con el medio ambiente es, por tanto, otra área importante, más aún considerando que la fabricación de cemento en sí misma contribuye a un 8% de las emisiones de dióxido de carbono, otra variable que resulta fundamental optimizar de cara al cumplimiento de los objetivos. A los intentos de reducción en el uso de cemento en la construcción en beneficio de otros materiales más respetuosos y eficientes, se unen cambios en la tecnología de obtención del propio cemento y hormigón, el material de fabricación humana más abundante sobre la tierra, que incluyen innovación en materiales que posibiliten una progresiva descarbonización de los procesos para la obtención de nuevos tipos de cementos de fabricación más eficiente.

De cara al cumplimiento de los acuerdos de París, la arquitectura, la construcción y la industria cementera tienen sin duda una fortísima necesidad de cambios tecnológicos en su agenda.

*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons

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