Apple Pay y Alemania: una prueba importante
Por Enrique Dans*
Apple lanza su medio de pago, Apple Pay, en Alemania, algo más de cuatro años después de su lanzamiento en los Estados Unidos, y pone con ello a prueba el valor de su reputación en todo lo relacionado con la privacidad en el que seguramente es uno de los mercados del mundo más preocupado con la importancia de ese derecho.
Sin duda, Alemania es uno de los mercados del mundo en el que la preocupación por la privacidad se expresa de una manera más relevante. Según Handelsblatt, las razones para ello hay que buscarlas fundamentalmente en su historia, pero se expresan de manera especialmente notoria y en muchos sentidos cuando uno entra en contacto con el país y con sus ciudadanos. Los usuarios alemanes se convirtieron, por ejemplo, en los que más solicitaron la eliminación de imágenes en el Street View de Google Maps, hasta el punto de que si examinamos un mapa con la disponibilidad de dicho servicio en Europa, Alemania aparece como un llamativo hueco. En 2011, tras haber fotografiado cientos de kilómetros de calles de las veinte principales ciudades germanas, Google decidió, en vista de la gran cantidad de solicitudes de eliminación, dejar de hacerlo.
Las tarjetas de crédito son otro elemento con baja aceptación en Alemania, como puede atestiguar cualquiera que se haya movido por sus ciudades: tan solo el 19% de los pagos son efectuados mediante plástico, el porcentaje más bajo de toda la Unión Europea, que contrasta con el 50% de España, el 65% del Reino Unido, o el 81% de Dinamarca. Muchos alemanes siguen utilizando dinero en metálico para la gran mayoría de sus compras, y el pasado 2016, una propuesta del ministro de finanzas para limitar los pagos en metálico a un máximo de 5,000 euros con el fin de dificultar la circulación de dinero negro o la financiación de actividades terroristas se encontró con una fuerte oposición ciudadana que forzó su retirada.
Apple, sin embargo, no es un competidor cualquiera en el mercado digital. Su defensa de la privacidad como un derecho fundamental, unida a sus fuertes ataques contra el uso de los datos que llevan a cabo otras empresas del entorno digital y a su negativa a proporcionar acceso a sus dispositivos a las autoridades incluso en casos de delitos importantes la han convertido en una especie de adalid del concepto, en una compañía que asegura que su modelo de negocio es muy sencillo, que consiste en vender productos, y que bajo ningún concepto monetizan la información de sus clientes, leen sus correos electrónicos o construyen perfiles basados en hábitos de navegación para vender a anunciantes. En el caso de Apple Pay, la compañía reitera que no retiene ninguna información de las transacciones vinculada a los usuarios, y afirma que los datos de esas transacciones permanecen entre el usuario, el comerciante o desarrollador, y su banco o emisor de tarjetas.
¿Es suficiente con esa reputación y esas garantías para obtener una difusión razonable de Apple Pay en un mercado tan culturalmente receloso como Alemania? Es muy posible que no lleguemos a saberlo, o que las magnitudes que obtenga Apple no lleguen a ser suficientemente significativas como para poder demostrar realmente nada. En los Estados Unidos, se estima que en torno a un 10% de los adultos entre 18 a 35 años han utilizado Apple Pay en tiendas físicas y un 15% lo ha hecho en tiendas online. Sin embargo, la penetración del iPhone en el mercado alemán alcanza únicamente un 16.2% en septiembre de 2018 frente al 44.5% de los Estados Unidos, lo cual ya ofrece un techo importante al nivel de adopción, que unido a las posibles objeciones culturales podrían convertir el lanzamiento en Alemania en un relativo fracaso – en un mercado que, por otro lado, la marca simplemente no podía dejar de lado. Por otro lado, los mayores porcentajes de adopción de medios de pago asociados al smartphone se dan, en la mayoría de los países, entre los usuarios más jóvenes, que posiblemente podrían, en el caso de Alemania, otorgar una menor importancia a esa barrera cultural.
En el balance entre conveniencia y privacidad, Apple parece querer situarse como la compañía que no te obliga a elegir, la que no recopila ni comercializa tus datos. ¿Será suficiente esa postura como para convencer de su uso a un porcentaje razonablemente significativo de los usuarios alemanes?
*Texto íntegro, publicado gracias a licencias Creative Commons