¿Cuánto tiempo desperdiciamos pensando en el “si”?
“Si”. Dos letras que forman una condicionante para vivir realmente.
Qué pasa cuando uno es el SI de alguien. “SI TU cambias, seremos felices” o “SI TU haces lo que quiero, te querré” o peor, “SI TU no cumples mis expectativas, te desecho”.
Pensé en dos opciones. Una, asumir la terrible carga de ser el “responsable” de la felicidad de alguien más. La segunda, dar gracias, dejar pasar ese mandato y tomar un camino diferente.
La primera, la mayoría de las veces la hacemos, incluso inconscientemente. La segunda, requiere de mucha introspección, autoconocimiento y respeto.
Desde hace muchos años, el leitmotiv de mi presencia en este mundo ha sido el regresar lo que la vida me presta en mejores condiciones de como las recibo. Tengo que confesar que hasta ahora me doy cuenta de que sólo me enfoco en la segunda parte: mejorar las condiciones de todo lo que la vida me presta. Sé que lucho por ser un padre de tiempo completo; hijo amoroso y agradecido; hermano solidario; amigo presente; profesionista comprometido; profesor dedicado. Pero qué creen, casi siempre evado trabajar en la primera parte: el devolver lo que la vida me presta. El soltar. El dejar ir.
Ayer tuve una plática aleccionadora con uno de esos seres luminosos que se nos ponen enfrente en los tiempos obscuros. Me ayudó a comprender que nada nos pertenece. Que todo nos es prestado. Que hay ocasiones en las que de buena forma las circunstancias nos piden que soltemos. Que hay otras en que se nos arrebatan.
Ni una, ni otra, dependen de nuestra elección. Lo que sí depende es cómo afrontamos esos momentos. ¿Aferrándonos?, ¿obstinadamente?, ¿encaprichados?, ¿en la negación?
Me guió a entender que la respuesta natural para estas ocasiones está, como todo en la vida, en el amor. El mismo amor con el que recibimos; el mismo amor con el que cuidamos; el mismo amor con el que mejoramos, es el mismo amor con el que debemos dejar ir.
Con amor entusiasta inicié una actividad profesional. Con amor dedicado aporté lo mejor de mí. Con amor agradecido es como debo soltar, cuando ya no es para mí.
Con amor ilusionado iniciamos las relaciones. Con amor pasional damos forma a esos sueños compartidos. Con amor compasivo afrontamos las luces, pero especialmente las sombras del otro. Con amor autocrítico nos responsabilizamos de nuestros demonios. Con amor puro debemos dejar ir, cuando llega el momento.
Hoy sé que no debo conformarme, ni confortarme en el status quo; pero tampoco dejar de ser yo, para ser lo que otros esperan de mí.
Aquí estoy, el tiempo que me corresponda, para recibir y devolver en el amor, sin ese inútil SI condicionante.
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