La primera de Cuba
Por Malusa Gómez
@marylightg
Como dice Joaquín Sabina: “¿Que si nos gustó La Habana? hija mía ¿No nos va a gustar? A una la reciben con ese caribe y ese malecón”.
Y es que la verdad Cuba es un país que me encanta, he tenido la oportunidad de ir tres veces, con intervalos de 10 años más o menos y con esto he podido ver cambios significativos en cada una de mis visitas.
No todos estos cambios han sido buenos y la verdad por más que una intente no ir de turista normal y ver más allá, la realidad de los cubanos solo la saben ellos. Aunque después de tres mojitos muchos empiezan a contar las netas; de entrada no lo hacen, casi todos son revolucionarios y no hablan mal ni del país, ni de la revolución y mucho menos de Fidel. Después las cosas van cambiando.
Cabe aclarar que soy admiradora de la Revolución cubana, de sus inicios y sus logros, aunque reconozco que al final como a todos – o casi todos – me rompió el corazón ver que no supieran ponerle fin y se eternizaran. El pueblo cubano ha sufrido mucho y aún así no pierden esa alegría y ritmo con el que van por las calles.
Este viaje fue muy especial, iba muy bien acompañada; dos amigas intensas y locas como yo con ganas de conocer, pasear y sentir lo que la Isla ofrece. Disfrutamos cada calle, cada fachada remodelada o a punto de caer, cada grafiti, cada son, cada mojito, cada sonrisa y piropo que nos echaron por la calle. Fue un viaje de risas y reflexiones.
La nueva inversión económica se nota, se ve que hay gente apostando por la Habana y le han metido una buena lana. Se han legalizado cosas que ya existían como los taxis clandestinos en los coches de los 50tas, ahora ya tiene su letrero de “TAXI” y circulan libremente por las calles. Aunque seguramente habrá más de uno que sigue trabajando por su cuenta. Los “paladares” se han formalizado también, la primera vez que fui, eran casas que abrían sus puertas y te daban de comer en su comedor mientras la familia en el cuarto de junto veían la TV. Ahora son restaurantes muy bien puestos, con una propuesta gastronómica interesante.
Pero ir a Cuba va más allá, para mí ir a Cuba es ir a sentir, a vibrar ese país que se atrevió a ponerse con Sansón a las patadas, que ha sobrevivido un bloqueo, que no pierde el calor, la alegría y la fiesta. Que destila arte por sus calles, que baila la vida, que se ríe del destino, pero sufre su desgracia con una dignidad increíble.
Estar en la Plaza de la Revolución, imaginármela repleta de gente, pensar que el Che estuvo ahí, le da sentido a mi viaje. No es el lugar más bonito de la Habana, pero para mí el que le da más significado y como diría el Comandante “Hasta victoria siempre”